martes, 19 de febrero de 2013

Aislan las biomoléculas más antiguas encontradas en un fósil

Científicos de la Universidad Estatal de Ohio han hallado las biomoléculas más antiguas encontradas en un fósil. Este descubrimiento se ha producido en los restos de unas criaturas marina llamadas crinoideos, y conocidas como 'lirios de mar', que podrían haber sido enterradas vivas durante las tormentas del periodo Carbonífero, hace 350 millones de años.


Los científicos han creído durante mucho tiempo que las moléculas orgánicas complejas no podían sobrevivir a la fosilización durante tantos millones de años. Sin embargo este hallazgo desmiente estas teorías.

Los expertos han indicado que estas criaturas habrían sido enterradas rápidamente y aisladas del agua por las capas de sedimentos de grano fino que las cubrieron. De este modo, aunque sus esqueletos porosos se llenaron gradualmente con minerales, pero algunos de esos poros, que contenían moléculas orgánicas, habrían sido sellados intactos.

La ubicación de los fósiles también habría sido clave para su conservación. En el medio oeste americano, las rocas no acabaron desplazadas a las cadenas montañosas o calentadas por el vulcanismo, por lo que desde la perspectiva de los geólogos el estado de Ohio, son impecables.

El autor principal del trabajo, publicado en la revista 'Geology', William Ausich, ha apuntado que hay "un montón de fragmentación de las moléculas biológicas --los llamamos biomarcadores-- esparcidos por todas partes en el fósil". Según ha indicado, son los restos de la antigua planta y vida animal, todo roto y mezclado junto".

"Este es el ejemplo más antiguo donde alguien ha encontrado biomarcadores dentro de un fósil completo y se puede decir con confianza que estas moléculas orgánicas provienen de los animales individuales cuyos restos se han encontrado", ha añadido.

Concretamente, las moléculas parecen ser compuestos aromáticos llamados quinonas, que se encuentran en crinoideos modernas y otros animales. Estos compuestos a veces funcionan como pigmentos o toxinas para disuadir a los depredadores.

Ahora, el próximo reto es identificar el tipo exacto de moléculas de quinona que se han encontrado. "Estas moléculas no serán tan buenas como el ADN , pero aún podría ser útil", ha indicado el científico.

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