miércoles, 27 de febrero de 2013

Los primeros humanos de Atapuerca tenían una altura similar a la nuestra

El Homo antecessor, el homínido más antiguo de Europa, localizado por primera vez en la sierra de Atapuerca (Burgos), pudo medir entre 1,73 y 1,74 centímetros, algo más alto de lo que se pensaba, según el estudio más preciso que se ha realizado sobre su estatura.


Junto con la edad y el peso, la altura es uno de los principales parámetros que caracteriza a poblaciones e individuos, por lo que su estimación es esencial en áreas como la paleontropología. La obtención del nuevo dato sobre la estatura del Homo antecessor fue posible gracias a una metodología desarrollada por investigadores de Atapuerca, basada en los huesos de los pies.

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martes, 26 de febrero de 2013

Muchos aún piensan que el tiranosaurio andaba erguido, pero no es verdad

Juguetes como Barney y otras influencias de la cultura popular han interiorizado esta idea errónea


Nueva York (AP). ¿El tiranosaurio rex caminaba erguido y con la cola cerca del suelo? No, pero muchos jóvenes piensan que sí, error que los autores de un estudio atribuyen a juguetes como Barney y otras influencias de la cultura popular.

Los científicos solían pensar que el tiranosaurio andaba erguido, pero abandonaron esa idea hace décadas. Ahora, el feroz dinosaurio es mostrado en una postura como de ave, con la cola en el aire y la cabeza hacia delante, apoyado en sus dos enormes piernas traseras.

El cambio llevó a museos en todo el mundo a actualizar sus muestras del tiranosaurio rex, dijeron los autores del estudio, y en general los libros populares han reflejado esa nueva postura aproximadamente a partir del principio de la década de 1990. Lo mismo ocurrió con las películas de “Parque Jurásico”.

Pero cuando los investigadores les pidieron a estudiantes universitarios y niños que dibujasen un tiranosaurio, la mayoría de ellos lo mostraron en posición erguida. ¿Por qué? Habían han absorbido la idea errónea de juguetes como Barney, juegos y otros elementos de la cultura popular, concluyeron los autores del estudio.

“No importa lo que ven en libros de ciencia e incluso en “Parque Jurásico”“”, dijo Warren Allmon, profesor de paleontología en la Universidad Cornell, en Ithaca, Nueva York, uno de los autores de la investigación.

Comenzó a pensar en ello cuando vio una caja con trocitos de pollo en forma de dinosaurios en una tienda de comestibles.

Si la explicación es correcta, dice Allmon, es un recordatorio aleccionador de cómo la gente puede tener ideas equivocadas sobre la ciencia. El estudio será publicado en la revista “Journal of Geoscience Education”.

Los autores examinaron 316 dibujos del tiranosaurio rex hechos por estudiantes en una universidad en Ithaca y por niños que visitaron el museo local. La mayoría de los alumnos universitarios no eran estudiantes de ciencia.

El 72% de los estudiantes universitarios y 63% de los niños dibujaron al tiranosaurio rex erguido. Como la muestra no es representativa de la población general, los resultados no necesariamente son aplicables a todos los jóvenes.

Cuando los autores examinaron otras representaciones del tiranosaurio, encontraron que la postura obsoleta aparece en elementos de la cultura popular como juguetes, juegos, moldes de galletitas, ropa, tiras cómicas y películas.

Mark Norell, un prominente paleontólogo del Museo de Historia Natural en Nueva York, quien no participó en la investigación, dijo que no sabe si el mito de la postura erguida está tan extendido como indica el reporte.

Pero agregó que no le parece descabellado que persistan las primeras impresiones infantiles sobre el tiranosaurio rex.

“Si ellos no estudian los dinosaurios más tarde, esa es la imagen que les queda”, afirmó.

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sábado, 23 de febrero de 2013

De 'pulgas' de dinosaurio a moscas acuáticas

Mosca fosilizada en ambar
Nuevos fósiles de los géneros Strashila y Vosila ponen en duda la idea de que parasitaran la piel de dinosaurios emplumados y reptiles alados. Un estudio publicado en Nature sugiere que estos insectos extintos eran dípteros que perdían sus alas al salir de la crisálida, copulaban en el agua y morían en el acto. Su característica más extraña es que, según parece, algunos adultos tenían branquias, como las larvas.

Una investigación publicada esta semana en la revista Nature afirma que los insectos de la familia Strashilidae, que vivieron durante el periodo Jurásico en las actuales Rusia y China, no fueron parásitos externos de los pterosaurios ?reptiles con alas? y de los dinosaurios con plumas, como se creía, sino dípteros relacionados con la familia Nymphomyiidae, a la que pertenecen ciertas moscas actuales.

Los Strashilidae han sido ampliamente considerados como ectoparásitos debido a la estructura de su boca y a la presencia de ?pinzas? que utilizarían para fijarse en el huésped. Pero ahora, científicos de centros de investigación chinos, franceses y estadounidenses han desvelado nuevos datos sobre estos insectos jurásicos bastante desconocidos. Para ello han estudiado fósiles de dos especies, Vosila sinensis y Strashila daohugouensis ?esta última, un nuevo descubrimiento?, encontrados en la zona geológica de las camas de Daohugou, en Mongolia Interior (China).

Los investigadores afirman que en la fauna de Daohugou había ectoparásitos ?principalmente pulgas?, pero los Strashilidae no eran parte de ellos, a la vista de las alas membranosas de algunos de los fósiles, la ausencia de pinzas en las hembras y las bocas vestigiales de los especímenes estudiados. Según creen, estos insectos tendrían un ciclo de vida acuático o anfibio.

Las características de los nuevos fósiles parecen indicar que los machos utilizaban las pinzas para fijarse a la hembra durante la cópula, y no para agarrarse a su huésped. La casi ausencia de boca implica que los adultos no se alimentaban, sino que tras salir de la crisálida perdían las alas, copulaban en el agua y morían durante la cópula. Esta idea se ve reforzada por la existencia de dos fósiles de parejas copulando, ambas sin alas.

Apéndices misteriosos

Una de las características únicas y más intrigantes de estos insectos prehistóricos era la presencia de varios pares de apéndices en el abdomen de los especímenes machos, difíciles de relacionar con la locomoción terrestre o el ectoparasitismo.

"Realmente no sabemos por qué estos apéndices sólo están presentes en los machos" declara a SINC el Dr. Huang. "Sin embargo, en una de las especies actuales con las que los strashílidos están emparentados (Nymphomyiidae) se observan apéndices similares que sólo son visibles en los machos. De la misma forma, en una especie fósil de Nymphomyiidae se observan los mismos apéndices en los machos", añade.

La conclusión de los investigadores es que estos apéndices podrían coincidir con las branquias utilizadas en la respiración acuática por algunas larvas de insectos. Es decir, las extensiones podrían ser un remanente de la fase de larva. Aunque existen en la actualidad casos similares, no se conocen ejemplos de adultos holometábolos ?insectos más evolucionados, entre los que se incluyen los dípteros? con filamentos branquiales bien desarrollados y funcionales.

"Si seguimos comparando a los extintos Strashilidae con sus parientes actuales, podríamos desvelar más información sobre la evolución de los insectos", concluye Huang.

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martes, 19 de febrero de 2013

El lagarto de Cuenca de tres metros

Descubren los restos de un animal del Cretácico muy similar al dragón de Komodo y relacionado con las serpientes


Investigadores de la UNED han participado en la descripción de varias vértebras halladas en el yacimiento de Lo Hueco (Cuenca) que parecen pertenecer a una nueva especie de lagarto del Cretácico Superior, hace unos 70 millones de años. Lo peculiar del animal, de unos tres metros de largo, es que se trata de un lagarto terrestre, aunque pertenece a un grupo con hábitos marinos. Dentro de este grupo podría encontrarse el ancestro de las serpientes, lo que reforzaría la idea de un origen no marino para éstas.

Si el origen de las serpientes fue marino o terrestre continúa siendo un misterio. Estos reptiles, junto con algunos tipos de lagartos varanoideos, forman parte del variopinto grupo de los pitonomorfos (Pythonomorpha). Entre ellos se encuentran los mosasaurios, reptiles marinos del Cretácico. El hecho de que el ancestro común de estos mosasaurios viviera en el agua o en la tierra podría ser relevante para conocer el origen de las serpientes.

Las vértebras que un equipo de investigadores de la UNED encontró en el yacimiento de Lo Hueco (Cuenca) en 2007 y que ahora se describen, podrían apoyar la hipótesis de las raíces terrestres de los mosasaurios, y por extensión, de las serpientes.

“Hemos descrito una nueva forma de pitonomorfo del Cretácico Superior que carece de las especializaciones anatómicas relacionadas con la adaptación al medio acuático y que, por lo tanto, era probablemente una forma terrestre”, explica Francisco Ortega, investigador del Grupo de Biología Evolutiva de la UNED y uno de los autores del estudio que se publica en la revista Paläontologische Zeitschrift.

Los mares del Cretácico Superior estaban dominados por reptiles emparentados con el lagarto de Lo Hueco. Sin embargo, el que han encontrado en el yacimiento conquense, de unos tres metros de largo, tenía un aspecto semejante al del actual dragón de Komodo (Varanus komodoensis), un lagarto varanoideo con formas de vida terrestres y no acuáticas que habita en Indonesia.

Que un animal de este tipo viviese en tierra se sale de lo habitual, ya que solo se había documentado otro caso en el Cretácico Inferior de Japón –hace 120 millones de años– con el género Kaganaias. Aunque el reptil de Lo Hueco parece pertenecer a una especie desconocida hasta ahora, los autores del trabajo se muestran cautos y esperan encontrar más restos óseos que confirmen sus datos para proponer un nombre específico.

Un ancestro terrestre

Hasta ahora, algunos autores pensaban que la relación de las serpientes con los mosasaurios indicaba también un origen marino para éstas. A pesar de que la relación se está poniendo en entredicho en los últimos años, el nuevo reptil descrito por científicos de la UNED, de la Universidad de Bonn (Alemania) y del Museo Nacional de Historia Natural (Francia), apoyaría la teoría de que incluso los mosasaurios tendrían un antepasado terrestre, debilitando la hipótesis del origen marino de las serpientes.

“El hallazgo reafirma la hipótesis de que el ancestro común del grupo podría haber desarrollado hábitos terrestres similares a los lagartos varanos actuales”, apunta Ortega. Según esta teoría, el conjunto de reptiles podría haber adquirido progresivamente adaptaciones acuáticas en zonas cercanas a la costa y, posteriormente, haber colonizado el medio marino.

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Aislan las biomoléculas más antiguas encontradas en un fósil

Científicos de la Universidad Estatal de Ohio han hallado las biomoléculas más antiguas encontradas en un fósil. Este descubrimiento se ha producido en los restos de unas criaturas marina llamadas crinoideos, y conocidas como 'lirios de mar', que podrían haber sido enterradas vivas durante las tormentas del periodo Carbonífero, hace 350 millones de años.


Los científicos han creído durante mucho tiempo que las moléculas orgánicas complejas no podían sobrevivir a la fosilización durante tantos millones de años. Sin embargo este hallazgo desmiente estas teorías.

Los expertos han indicado que estas criaturas habrían sido enterradas rápidamente y aisladas del agua por las capas de sedimentos de grano fino que las cubrieron. De este modo, aunque sus esqueletos porosos se llenaron gradualmente con minerales, pero algunos de esos poros, que contenían moléculas orgánicas, habrían sido sellados intactos.

La ubicación de los fósiles también habría sido clave para su conservación. En el medio oeste americano, las rocas no acabaron desplazadas a las cadenas montañosas o calentadas por el vulcanismo, por lo que desde la perspectiva de los geólogos el estado de Ohio, son impecables.

El autor principal del trabajo, publicado en la revista 'Geology', William Ausich, ha apuntado que hay "un montón de fragmentación de las moléculas biológicas --los llamamos biomarcadores-- esparcidos por todas partes en el fósil". Según ha indicado, son los restos de la antigua planta y vida animal, todo roto y mezclado junto".

"Este es el ejemplo más antiguo donde alguien ha encontrado biomarcadores dentro de un fósil completo y se puede decir con confianza que estas moléculas orgánicas provienen de los animales individuales cuyos restos se han encontrado", ha añadido.

Concretamente, las moléculas parecen ser compuestos aromáticos llamados quinonas, que se encuentran en crinoideos modernas y otros animales. Estos compuestos a veces funcionan como pigmentos o toxinas para disuadir a los depredadores.

Ahora, el próximo reto es identificar el tipo exacto de moléculas de quinona que se han encontrado. "Estas moléculas no serán tan buenas como el ADN , pero aún podría ser útil", ha indicado el científico.

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Extinción de especies: ¿es el fin del mundo?

La extinción de especies suele verse como algo que va en detrimento de la riqueza y biodiversidad de nuestro planeta. Una exposición en Londres cuestiona algunos de los mitos entorno a la desaparición de ciertos animales.


La extinción de especies suele verse como algo negativo que va en detrimento de la riqueza y biodiversidad de nuestro planeta.

En un intento por mostrar el lado menos evidente de este fenómeno, el Museo de Historia Natural de Londres, en Reino Unido, inauguró el viernes pasado una exposición titulada ‘Extinción: ¿no es el fin del mundo?’.

‘Todos piensan en los dinosaurios y en los dodos al hablar de extinción. Tendemos a ignorar que se trata de una parte natural de la vida en la Tierra’, le explica a BBC Mundo Alex Fairhead, comisario de la exposición.

‘Muchas veces, cuando un ser muere, puede generar vida. El ejemplo más claro es la extinción de los dinosaurios hace 65 millones de años. Si no hubiese ocurrido, probablemente no contaríamos con la biodiversidad que existe en la actualidad’.

Los científicos calculan que en nuestro planeta viven entre dos y diez millones de especies, pero sólo conocemos con certeza a alrededor de 1,9 millones.

Por cada millón de especies en la Tierra se estima que hay una que desaparece cada año debido a lo que se conoce como extinción de fondo, que ocurre cuando las especies no se logran adaptar a los cambios que se dan en su hábitat.

Según la exposición, más del 90% de las especies extintas desaparecieron por estas causas. El resto, tuvieron un final más alífero: murieron en los períodos de extinción masiva.

‘Lo interesante es saber que, por encima de todos estos cambios, existen especies que han logrado sobrevivir a la extinción, muchas de ellas sin presentar grandes cambios evolucionarios’, cuenta Alex Fairhead.

Los supervivientes
La exposición recopiló algunos ejemplos de especies que han logrado sobrevivir contra viento y marea, con la intención de generar interrogantes a tener en cuenta en el futuro.

¿Qué podemos aprender de los ‘afortunados’? ¿De qué manera sobreviven?

Y, teniendo en cuenta a los ganadores y perdedores en el pasado, ¿se puede deducir cuales serán los del futuro?. Son preguntas que el Museo de Historia Natural de Londres pretende generar en sus asistentes.

El cangrejo herradura, un quelicerado de la clase Merostomata, es uno de los supervivientes.

La exposición compara a un ejemplar actual con fósiles ancianos de la especie, que datan de hace aproximadamente 450 millones de años. Su semejanza es sorprendente.

‘Creemos que su sangre a base de cobre, capaz de sanar con rapidez sus heridas, ha sido fundamental para su supervivencia. Es interesante observar cómo no ha necesitado evolucionar para seguir viviendo’, dice Alex Fairhead.

Otro ejemplo es la tortuga laúd. Perteneciente a la familia Dermochelyidae, lleva en la Tierra más de 110 millones de años, sin haber sufrido mayores cambios.

La fortaleza de su caparazón y su capacidad para pasar hasta 12 meses sin comer, son algunas de las explicaciones que, según sugiere la exposición, sirvieron para su supervivencia.

Especies que regresaron de la muerte
La exposición también explica el caso de algunas especies que el Hombre dio por muertas durante largos períodos de tiempo, para después descubrir que aún seguían en la Tierra.

Uno de los ejemplos expuestos en el museo es el celacanto, un pez de aletas lobuladas y gran tamaño que se creía había desaparecido hace 65 millones de años.

Como por arte de magia, en 1938, Marjorie Courtenay descubrió uno en Suráfrica. En 1998, se localizó una especie relacionada en Célebes (Indonesia).

Otro ejemplo es el búho Athene blewitti, que había sido visto por última vez en 1884, para después redescubrirse 113 años después, en 1997.

‘Este tipo de ejemplos, sumados a las limitaciones humanas para rastrear e identificar a todas las especies del planeta, sugieren que pueden haber otras especies que creemos que están extintas y no lo están, así como una gran cantidad de especies por descubrir’, señaló Alex Fairhead.

Casos exitosos de conservación
Es evidente que el comportamiento del hombre ha tenido una gran influencia en la extinción de especies.

Casos como el de la desaparición de la paloma migratoria, que desapareció en 1914 debido a la caza masiva, están expuestos en el museo.

‘En 1978, el hombre mataba a alrededor de 50.000 palomas de esta especie al día y su carne se vendía a un precio muy económico’, explica el museo.

Otro ejemplo de efecto perjudicial -presente en el museo- es cuando el hombre se lleva consigo especies invasivas (como perros, ardillas y gatos) a islas o zonas en donde existen animales que nunca han convivido con los nuevos inquilinos, resultando en su desaparición.

Sin subestimar este impacto -en algunos casos catastróficos- la exposición celebra los ejemplos en que la intervención humana ha logrado salvar a especies.

Es el caso del órice de Arabia, una especie de mamífero artiodáctilo típicamente desértico. Según la exposición, en 1972 únicamente existía en los zoológicos.

Pero gracias a diversos programas de reproducción en cautiverio, en 1982 fueron reinsertados a su hábitat natural. Hoy en día existen alrededor de 1.000 en libertad, y 6.000 en zoológicos.

Otro caso interesante es el del pez Cyprinodon alvarezi, de la familia de los ciprinodóntidos. De tamaño diminuto, se creía que ya no estaba presente en hábitats naturales, hasta que hace unos años, lograron identificar y salvar a una población en México.

El museo cuenta con algunos ejemplares vivos de este pez: ‘Creemos que tener un elemento vivo en una exposición de un tema que generalmente se relaciona con la muerte, ayuda a ilustrar lo que intentamos expresar’, apunta Fairhead.

Ante lo expuesto anteriormente, el museo genera interrogantes sin una única respuesta, con el fin de echar a volar la mente de los espectadores.

En tiempos recientes han desaparecido un gran número de especies. Desde 1500, los registros indican que han desaparecido 801, pero debido a que es posible que desconozcamos la existencia de muchas, podrían ser muchas más.

Aunque los números no corresponden a una extinción masiva, algunos científicos creen que si continúa el ritmo y las condiciones actuales, es posible que lleguemos a ese punto, incluso en algunos cientos de años.

¿Puede ser que seamos los responsables de la próxima extinción masiva? ¿Debemos tomar medidas para evitar que algunas especies desaparezcan?

Y si es así, ¿priorizamos a las especies raras, como el tigre, o a aquellas que contribuyen al equilibrio del ecosistema y por tanto a la supervivencia del hombre?

Son preguntas que deja en el aire el Museo de Historia Natural de Londres, resultando en una pregunta final: si continúa la extinción de especies que contribuyen a nuestro bienestar, ¿es posible que algún día lleguemos al momento de nuestra propia extinción?

BBC Mundo.com

sábado, 16 de febrero de 2013

Investigadores indican que la evolución le trajo varios inconvenientes al ser humano

Problemas en las mujeres al dar a luz, muelas del jucio, dolores de pies y de espalda están vinculadas con el proceso.


El andar bípedo, el gran cerebro y otras conquistas evolutivas hicieron del ser humano una de las especies mamíferas más poderosas de la Tierra.

Pero la evolución a lo largo de millones de años también trajo aparejadas desventajas, según apuntaron investigadores reunidos en Boston.

Al crecer el cerebro, también aumentó el diámetro de la cabeza, comentaron los investigadores en el congreso celebrado por la mayor asociación científica del mundo, AAAS. "Ninguna otra especie (de mamíferos) corre un riesgo igual al parir que el ser humano", apuntó la antropóloga Karen Rosenberg, de la Universidad de Delaware.

Muchas mujeres que deben dar a luz en sitios donde no se cuenta con atención médica corren el riesgo de sufrir serias complicaciones y hasta puede correr peligro su vida.

Los investigadores también señalaron que algunas de las dolencias más frecuentes de los humanos, como ser problemas con las muelas de juicio y dolores de pie y de espalda también están vinculados con la evolución.

"Sufrimos con más frecuencia inflamaciones de las articulaciones que los simios antropomorfos", estrechamente emparentados con el hombre, dijo Bruce Latimer del Museo de Ciencias Naturales de Cleveland.

A raíz del bipedismo, los hombres son los únicos mamíferos que pueden sufrir una desviación de la columna vertebral, como la escoliosis. Hasta el fósil conocido como "Lucy", un Australopithecus afarensis de 3,5 millones de antigüedad, revela indicios de escoliosis.

Con el crecimiento del cerebro, de un litro en los comienzos del género Homo hasta un volumen de hasta 1,6 litros en el hombre actual, también cambió la forma del cráneo. Se modificó la dentadura por lo que empujó a las muelas de juicio hacia afuera, explicó el antropólogo Alan Mann de la Universidad de Princeton.

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viernes, 15 de febrero de 2013

Científicos comprueban la existencia del Hombre Denisovsky


Investigadores rusos han confirmado la existencia de un nuevo homínido, tras varios años de estudiar los restos encontrados durante una exploración en las cuevas de Denisova, cerca de Siberia.

Así lo ha informado Mijaíl Shunkov, subdirector del Instituto de Arqueología y Etnografía de la Academia de Ciencias rusa, quien señaló al respecto: “Podemos dar por demostrada la existencia de una nueva población de personas antiguas”.

El hallazgo se ha podido confirmar luego de que en 2008 un equipo de antropólogos encontraran en el sur de Siberia los restos de una niña con 50 mil años de antigüedad, descubriendo que el ADN extraído de uno de sus dedos contenía una secuencia inusual a la conocida. Por otro lado, la morfología de uno de su dientes, dio otras pistas de que podría tratarse de un espécimen de homínido nunca antes visto.

Sin embargo, ha sido hasta ahora que los últimos análisis del genoma nuclear, han permitido confirmar que se trata de una nueva especie relacionada al Homo Sapiens, a la cual se ha bautizado como Denisovsky, en honor al lugar donde fue encontrada. Los estudios también han revelado que estos homínidos tenían ojos marrones, cabello castaño y piel oscura.

Un fósil de pterosaurio del cretácico tardío hallado en perfecto estado


Un equipo internacional de paleontólogos rumanos, británicos y brasileños ha descubierto en Rumanía los restos fosilizados de un pterosaurio de la familia de los azdárquidos. Se trata de un reptil volador que existió en el período cretácico tardío, hace unos 68 millones de años.

El descubrimiento es más importante de lo que en principio se pensó debido al perfecto estado de los huesos fosilizados. que suelen ser muy frágiles.

Las excavaciones han sido realizadas en la meseta de Transilvania famosa por su variedad de fósiles Este reptil alado de cuello y pico largos, tenía una envergadura que unos 3 metros, podía volar y caminar a cuatro patas y pesaba menos de 10 kilos.

Matei Vremir es uno de los paleontólogos que ha realizado este descubrimiento:

“Es uno de los descubrimientos más completos del cretácico tardío en Europa, Estos huesos son huecos y es difícil que se preserven en las rocas geológicas. Como tienen paredes muy finas, en cuanto se tocan se quiebran. Por eso es excepcional que se haya conservado parcialmente este esqueleto”.

“Este fragmento tiene las marcas de una mordedura de cocodrilo. Hay astillas afiladas por aquí. Estos son los huesos de las alas. Este es un hueso metacarpio que está muy alargado en los Pterosaurios. En los humanos, los huesos que corresponden a esta parte serían las falanges de las manos.”

Los pterosaurios vivieron entre los dinosaurios y se extinguieron casi al mismo tiempo. Vivían en los bosques donde abundaban las pequeñas presas.

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jueves, 14 de febrero de 2013

Piraña prehistórica pudo tener mordida más poderosa que un dinosaurio


Washington, 13 feb (PL) En proporción a su tamaño, una piraña que vivió hace 10 millones de años tenía una mordida más poderosa que la del Tiranosaurio Rex, según cálculos realizados por expertos de la Universidad de Washington.

Es muy probable que la Megapiranha paranensis arrancara pedazos, perforara conchas, caparazones o triturara huesos, sugirieron los investigadores.

La fuerza de la mordedura de este animal fue estimado a partir de las mediciones de campo de la piraña negra o Serrasalmus rhombeus.

Con apenas un kilogramo, este animal puede dar una dentellada de 320 newtons, equivalente a 30 veces su peso corporal, por lo que es tres veces más potente que la de un caimán americano que tuviera ese tamaño.

En comparación, la Megapiranha paranensis, con un peso de 10 kilogramos, pudo poseer una mordida con una fuerza de entre mil 240 y cuatro mil 750 newtons, o más.

Si bien la del tiranosaurio Rex era de 13 mil 400 newtons no excedía su peso corporal.

La fuerza de la mordida de la piraña prehistórica pudo superar también a la de un gigante de los mares como el Dunkleosteus terrelli, un pez acorazado de cuatro toneladas que devoraba tiburones o al Carcharodon megalodon, el cual se alimentaba de ballenas.

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¿Cómo han evolucionado los perros?

De lobos salvajes a mejor amigo del hombre. Esta es una historia de miles de años.


Hace 30 mil años, los salvajes y enormes lobos grises dejaron de ser enemigos de los humanos para convertirse en sus aliados.

Una teoría, elaborada por la Universidad de Uppsala (Suecia), sugiere que la alimentación basada en los desechos de los poblados humanos, sumada a la domesticación, habría resultado determinante para provocar mutaciones y, con el tiempo, engendrar una nueva subespecie: el perro.

Según la evidencia fósil, los primeros perros aparecieron hace 15 mil años, aunque el reciente hallazgo de un perro de 31 mil años ha cambiado los paradigmas.

Lo cierto es que, en la prehistoria, estos animales fueron de gran utilidad en labores de caza y protección. El antropólogo Pat Shipman, por ejemplo, plantea que los Sapiens usaron perros para luchar contra los Neandertales.

Las razas de perros de hoy se han perfilado en los últimos siglos debido a las mutaciones, algunas de ellas realizadas por el hombre mediante el cruce.

Es así que el perro de hoy llegó a ser “el mejor amigo del hombre”, ese fiel animal que además de romper jarrones y comerse el papel higiénico, es capaz de acompañar a su dueño hasta la tumba. Maravilla de la evolución.

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miércoles, 13 de febrero de 2013

Descubren una babosa con un pene «de usar y tirar»

La asombrosa criatura hermafrodita pierde su órgano masculino después del coito y le sale otro 24 horas después. Es el primer animal conocido capaz de hacer algo así

Científicos de la Universidad de Tokio han descubierto en aguas del Pacífico una babosa de mar hermafrodita con una increíble capacidad. La criatura pierde su pene después de copular pero, atención, poco después le vuelve a salir y puede utilizarlo otra vez. Los investigadores creen que es el primer ser conocido que puede copular en repetidas ocasiones con lo que describen como un «pene desechable».


La Chromodoris reticulata, como casi todas las babosas, son hermafroditas simultáneos, lo que significa que tienen ambos sexos, masculino y femenino, y pueden utilizar los dos al mismo tiempo. El pene de un ejemplar encaja en la vagina de otro y al revés. Ambos donan y reciben esperma. Pero los órganos sexuales de la Chromodoris son aún más asombrosos.

Según explican en la revista Biology Letters de la Academia de Ciencias británica, los científicos observaron 108 acoplamientos de parejas de babosas en un acuario. Se dieron cuenta de que los ejemplares que habían donado esperma recientemente parecían ser incapaces de hacerlo de nuevo en 24 horas. Cuando los científicos los observaron con detenimiento, se quedaron estupefactos. Los animales se quedaban sin pene, que había sido «arrancado» por sus parejas. Estas lo conservaban unos veinte minutos hasta que se deshacían de ellos.

Pene en espera

Pero su extraña vida sexual no termina aquí. Gracias a una estructura en espiral que parece ser un «pene en espera», 24 horas después a las babosas les crece un nuevo pene, como si fuera un órgano de usar y tirar. El animal puede utilizar esta técnica tres veces seguidas. Los científicos creen que perder el pene es una estrategia para eliminar el esperma de un rival de la vagina de su pareja, ya que los penes tienen pequeñas espinas y estas espinas a menudo se recubren con semen después de retirarlo de una pareja sexual.

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martes, 12 de febrero de 2013

Descubierta una nueva araña fósil en el yacimiento de ámbar de El Soplao


Una nueva araña fósil ha sido descubierta en el ámbar del yacimiento de El Soplao. El descubrimiento y estudio de la araña, descrita como un nuevo género y especie llamado Soplaogonomegopsunzuei, en honor al yacimiento cántabro, se ha publicado esta semana en la revista 'Journal of SystematicPalaeontology', una de las más prestigiosas revistas internacionales de paleontología.

Desde el Gobierno de Cantabria se destaca que es el cuarto descubrimiento en El Soplao desde abril de 2012, fruto de los distintos trabajos y líneas de investigación que se llevan a cabo, tanto en la cueva como en el yacimiento de ámbar, "gracias a la colaboración y acuerdos que el Gobierno mantiene con distintas universidades e instituciones nacionales e internacionales".

Así, a los descubrimientos de la Zaccagnaita-3R y de los doce tipos distintos de microbios hallados en los estromatolitos de El Soplao, anunciados en abril y mayo de 2012, respectivamente, y el reciente hallazgo dado a conocer el pasado mes de diciembre de la 'Crisopa alucinante de Diógenes', la más antigua larva de insecto camuflada que vivió durante el cretácico, se suma ahora este nueva especie encontrada.

El descubrimiento de la nueva araña del yacimiento de El Soplao se ha publicado junto a otras tres nuevas arañas procedentes de los yacimientos de ámbar de Peñacerrada I (en Burgos) y San Just (en Teruel). Todas ellas pertenecen a la familia Lagonomegopidae, hoy en día extinta, y no superan los dos milímetros de tamaño.

El estudio ha sido llevado a cabo por Ricardo Pérez de la Fuente, del Departamento de Estratigrafía, Paleontología y Geociencias Marinas de la Universidad de Barcelona (UB), que también participó en el hallazgo de 'Crisopa alucinante de Diógenes', y Erin E. Saupe y Paul A. Selden, de la Universidad de Kansas (KU).

Los trabajos de los investigadores de la UB y la KU han contado con el apoyo, entre otros, del Gobierno de Cantabria y de la Dirección General de Patrimonio Cultural del Gobierno de Aragón. El nuevo estudio se enmarca dentro de las investigaciones llevadas a cabo por el proyecto AMBARES (acrónimo de ámbares de España) del Ministerio de Economía y Competitividad, en el que también participan otras instituciones como el Instituto Geológico y Minero de España (IGME).

Las nuevas arañas del ámbar de España vivieron durante el Cretácico, hace unos 110 millones de años, cuando el territorio Ibérico era una isla y presentaba un clima subtropical.

PECULIARIDADES DE LA ARAÑA DE EL SOPLAO

Los lagonomegópidos son un grupo de arañas de hábitos y parentescos inciertos. Se caracterizaban por presentar dos ojos de gran tamaño en posición lateral, algo desconocido en arañas actuales. Particularmente, la nueva especie del ámbar de El Soplao presentaba un largo cuello que se proyectaba hacia delante, rasgo que hasta ahora se desconocía en la diversidad del grupo.

El grupo también había aparecido anteriormente en los ámbares de Israel, Myanmar, Rusia, Estados Unidos y Canadá, aunque la diversidad descrita del grupo en estos ámbares es menor a la actual del ámbar de España.

Aunque los lagonomegópidos presentaban una distribución muy amplia durante el Cretácico, todo parece indicar que no sobrevivieron a la gran extinción que tuvo lugar a finales de este periodo y que acabó con los dinosaurios.

Estos nuevos hallazgos convierten al ámbar español en el más diverso en este enigmático grupo de arañas, permitiendo conocer más acerca de su ecología y posibles relaciones evolutivas, y al de El Soplao, en "un referente mundial y único", según destaca el Gobierno de Cantabria en un comunicado de prensa.

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lunes, 11 de febrero de 2013

La evolución puede estar dirigida y acelerada por el comportamiento

Los cambios en las pautas de comportamiento de una especie pueden dirigir y acelerar su carrera evolutiva, según sugiere una investigación en la que ha participado el español Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). El trabajo, publicado en el último número de la revista Proceedings of the Royal Society B, revela que las palomas (orden Columbiformes) que cambian su hábitat natural del suelo a los árboles evolucionan hacia morfologías más afines a dicho medio.

El estudio ha analizado rasgos de 156 especies de palomas, cifra que representa a más de la mitad de este orden de las que existen en el mundo. Según sus resultados, aquellas aves especializadas en la vida arbórea presentan colas más largas y patas más cortas que las que habitan mayoritariamente en el suelo.

El investigador del CSIC en el CREAF Daniel Sol, que ha participado en la investigación, explica: “Hasta ahora, la evolución ha sido principalmente entendida como una consecuencia de los factores ambientales que configuran la forma y la función de los organismos”.

No obstante, el trabajo sugiere que “los cambios evolutivos también dependen de factores intrínsecos que determinan cómo los animales interactúan con su medio ambiente”, añade el investigador del CSIC.

Con la información recopilada de dichas 156 especies de paloma, el equipo ha reconstruido su árbol filogenético. De él se desprende que todas las especies arborícolas descienden de especies forrajeras terrestres y que, por tanto, su morfología ha surgido más recientemente dentro de su historia evolutiva.

Según el investigador del CREAF Oriol Lapiedra, que ha liderado el estudio, “las extremidades más cortas y la cola más larga son rasgos más adecuados para moverse entre los árboles, ya que les confieren mayor estabilidad”. Por el contrario, las patas largas y la cola corta favorecen el desplazamiento terrestre.

El cambio de hábitat experimentado por dichas especies puede estar motivado por competencia con otras especies y por colonización de nuevos territorios, entre otras causas. La investigación también ha descubierto que la tasa de cambio morfológico asociada a esta variación del comportamiento es mucho más rápida que la que exhiben especies similares que han mantenido su vida en el suelo de forma exclusiva.

Los cambios en el comportamiento no sólo afectan al proceso evolutivo, sino que pueden dirigirlo hacia un callejón sin salida. Según la investigación, existe muy poca variabilidad morfológica entre aquellas aves especializadas en la vida arbórea, lo que supone un riesgo desde el punto de vista evolutivo.

Sol considera que “si las condiciones cambiaran de forma que estas aves debieran volver a alimentarse en el suelo, tendrían muy poco margen del que partir hacia una morfología diferente”.

El artículo apoya la idea de que los cambios de comportamiento pueden conducir a nuevas formas y nuevas especies, pero también pone de relieve que sus consecuencias evolutivas dependen en gran medida de los límites impuestos por las exigencias del medio.

El investigador del CSIC concluye: “Aquellos grupos de especies con una mayor capacidad de modificar su comportamiento para hacer frente a nuevas presiones selectivas podrían tener más posibilidades de hacer frente con éxito al actual escenario de rápidos cambios ambientales inducidos por el hombre”.

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¿Daban leche los dinosaurios?

Un investigador lanza la controvertida idea de que pudieron alimentar a sus crías con una lactancia similar a la de algunas aves


Los dinosaurios podían haber dado leche con la que alimentar a sus crías. Parece una idea completamente absurda, pero el investigador Paul Else, de la Universidad de Wollongong (Nueva Gales del Sur, Australia), lleva trabajando en ella desde hace quince años. Si alguien ha imaginado a una Tiranosaurio Rex dotaba de mamas o ubres por algún lado, puede borrar la imagen de un plumazo. La hipótesis que plantea este profesor de fisiología es que estos animales segregaban una sustancia parecida a la leche del tracto digestivo superior, de la misma forma que las tórtolas o palomas producen la llamada leche de buche para sus pichones.

«Las palomas, los pingüinos emperador y los flamencos producen sustancias parecidas a la leche de las glándulas del buche o del esófago con las que alimentan a sus crías a través de la boca», explica Else. «Dado que las aves y los dinosaurios tienen mucho en común, probablemente algunos dinosaurios utilizaron esta estrategia de alimentación». La teoría, que ha sido publicada en el último número de The Journal of Experimental Biology, argumenta que la mayor ventaja potencial de la «lactancia» del dinosaurio es que la leche que alimenta a las crías podía estar enriquecida con aditivos como anticuerpos, antioxidantes y la hormona del crecimiento. «Todos estos son ejemplos de aditivos que se encuentran en la leche de las palomas, que permite a los pichones crecer con unos ratios fantásticos», dice Else, al tiempo que cree que su teoría podría ayudar a explicar cómo los dinosaurios crecían tan rápidamente.

Desafortunadamente, no hay pruebas contundentes de la lactancia en el registro fósil de los dinosaurios, ya que el proceso implicaría examinar los tejidos blandos, que no se conservan como los fósiles, por lo que el experto propone estudiar un caso, el de los dinosaurios herbívoros de pico de pato (hadrosaurios).
Alimentados por sus padres

«Los hadrosaurios criaban en manada y los pequeños eran alimentados por los padres. La propuesta es que en lugar de regurgitar la materia vegetal parcialmente fermentada, estos padres dinosaurios inicialmente utilizaban la lactancia y luego avanzaban a regurgitar las plantas», apunta el profesor. «Soy básicamente un fisiólogo comparativo y una cosa que siempre me llamó la atención de un aspecto no resuelto acerca de los dinosaurios es cómo un padre de varias toneladas podía alimentar a una cría de tan solo unos pocos kilos. Parecía obvio, una forma de lactancia similar a la presente en las aves».

Paul Else sabe que su idea es muy controvertida, pero espera que los expertos en dinosaurios la tomen en consideración en investiguen más sobre ella.

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sábado, 9 de febrero de 2013

El arqueólogo Azéma afirma que el origen del cine "surgió en el paleolítico"

El arqueólogo y cineasta Marc Azéma ha asegurado, en su intervención en un ciclo de conferencias organizadas por el Museu Valencià de Preshitòria de la Diputación de Valencia, que el origen del cine "surgió en el paleolítico".

Marc Azéma, quien se pronunció así este jueves en una charla en el Institut Francés de Valencia, es doctor en Prehistoria e investigador asociado del CNRS en Toulouse y en el Centro Cartailhac para el estudio del arte prehistórico. Pertenece a la nueva generación de investigadores que considera que las pinturas rupestres constituyen un arte en sí cuya evolución en los estilos puede ser estudiada y su especialidad es el estudio del arte parietal.

Dirige el estudio de la Grotte Baume-Latrone (Gard, Francia) y forma parte del equipo de investigación que estudia la Grotte Chauvet (Ardèche, Francia), dirigido por el profesor Jean Clottes y su objetivo principal es el estudio de la animación de los animales, el acercamiento etológico y los orígenes de la narración prehistórica.

Azéma ha mostrado cómo los animales figurados en las paredes de las cuevas no son un arte estático y repetitivo sino que viven, corren, saltan, otean o se enfrentan en lo que se ha dado en llamar "escenas". "El origen del cine --ha dicho-- surgió en el paleolítico".

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viernes, 8 de febrero de 2013

Homo Heidelbergensis en la Cueva del Ángel

Fueron descubiertos en los años 60, pero hasta ahora no se habían analizado


España. El presidente de la Fundación «Cueva y Sima del Ángel» y director de la excavación, Cecilio Barroso, anunció ayer que todos los estudios realizados en París en las últimas semanas han confirmado que los restos fosilizados de un hueso encontrados en la sima de la Cueva del Ángel en los años 60 por un grupo de espeleólogos del municipio pertenecen a un Homo Heidelbergensis, antecesor del Neandertal, que habría vivido en este recinto hace más de 300.000 años.

Según Barroso, los restos se corresponderían con parte del fémur de un homínido, tienen unos 15 centímetros de longitud y son propiedad de un particular de Lucena, la persona que los encontró en una de las primeras prospecciones espeleológicas realizadas al interior de la cueva.

El hecho de que el hallazgo no se haya dado a conocer hasta fechas muy recientes se debe a que los restos, pese a su indudable interés, no habían sido estudiados científicamente, algo que sí ha ocurrido durante la visita realizada por el director de la excavación, Cecilio Barroso, a Francia.
Excavación paralizada

El arqueólogo indicó que el fémur está «mineralizado» y su antigüedad es «aún mayor que los restos de industria lítica encontrados en la cueva durante los sucesivos años de excavación». Según Barroso, los resultados del estudio, que serán publicados en las principales revistas científicas en los próximos meses, «permiten indicar que nos encontramos ante los restos óseos de un antepasado del hombre más antiguos encontrados hasta ahora en Andalucía y de una antigüedad similar a los del yacimiento burgalés de Atapuerca», lo que a su juicio debe suponer un revulsivo para que la Consejería de Cultura se interese más por este yacimiento arqueológico.

En ese sentido, Barroso reveló que la Junta de Andalucía aún no ha concedido el permiso para la realización de una nueva excavación arqueológica en la cueva, a pesar de que la Administración andaluza comunicó al Consistorio lucentino que dicha autorización ya estaba realizada y que la actuación «no supondrá coste alguno para la Junta, al ser financiada por la Fundación Cueva y Sima del Ángel».

De hecho, Barroso mostró la nueva petición de autorización, sustanciada el pasado día 13 de enero, y de la que aún no hay respuesta. No obstante, el concejal de Cultura y Patrimonio del Ayuntamiento de Lucena, Manuel Lara, señaló que «estamos seguros de que no habrá problemas para que la excavación pueda llevarse a cabo este año». Se trataría de una actuación puntual con el objetivo de terminar la limpieza y retirada de rocas del hábitat principal de la cueva exterior y tres sondeos arqueológicos, dos en el supuesto vertedero interior de la sima y uno más en la zona externa.

Cecilio Barroso realizó estas declaraciones durante una rueda de prensa en la que se anunció la celebración en el Palacio de los Condes de Santa Ana durante el fin de semana de la XXXIII Reunión de Campo de Grupo Andaluz de Aequa, Asociación Española para el estudio del Cuaternario, en la que participarán unos treinta especialistas.

En la Cueva del Ángel se han encontrado más de 80 bifaces de sílex mientras que en Atapuerca sólo se ha hallado uno, el mundialmente conocido como Excalibur, según el jefe de la excavación. Esto demuestra, afirma, que el potencial de este yacimiento es inabarcable.

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Fin de la discusión: un meteorito mató a los dinosaurios

Científicos consiguen determinar con una exactitud sin precedentes tanto la fecha del impacto como la de la desaparición de los dinosaurios. ¡Y coinciden!


Un grupo de investigadores norteamericanos, británicos y holandeses acaba de publicar en Science un estudio que demuestra, de forma definitiva, que la desaparición de los dinosaurios coincidió casi exactamente en el tiempo con el impacto de un gran meteorito contra la Tierra. Los nuevos datos ponen fin a una discusión científica que dura ya más de tres décadas.

El enigma de la desaparición de los dinosaurios se parece, a menudo, a una novela policiaca. ¿Quién fue el culpable? ¿Quizá un cometa o un asteroide? ¿O fueron más bien una serie de monstruosas erupciones volcánicas o, incluso, un repentino cambio climático? A pesar de que muchas pruebas incriminan al "visitante espacial", otros estudios no menos sesudos dudan de que las fechas del impacto coincidan con las de la extinción. Y la discusión, después de más de tres décadas, sigue sin que ninguna teoría se imponga definitiva y claramente sobre las demás.

Ahora, y en un intento de zanjar la cuestión de una vez por todas, un equipo de investigadores del Centro Geocronológico de Berkeley (BGC), en la Universidad de California, junto a otros científicos de Holanda y Reino Unido, ha conseguido determinar con una exactitud sin precedentes tanto la fecha del impacto como la de la desaparición de los dinosaurios. Y el resultado es que ambas cosas sucedieron hace exactamente 66 millones de años. Y, además, prácticamente al mismo tiempo.

Las fechas de ambos acontecimientos, en efecto, están tan próximas que los investigadores no dudan de que un gran cometa o asteroide fuera, totalmente o por lo menos en gran parte, responsable de la gran extinción que marcó el límite entre el Cretácico y el Terciario.

El impacto fue, claramente, la gota final que empujó a la Tierra más allá del punto de inflexión", afirma Paul Renne, director del BGC. "Hemos demostrado que los dos hechos (la colisión y la extinción), estuvieron completamente sincronizados y que, por consiguiente, el impacto jugó claramente un papel muy destacado en la extinción, aunque probablemente no fue su única causa".

Las nuevas fechas aclaran, por fin, la confusión sobre si el impacto realmente ocurrió antes o después de la extinción, que se caracterizó por la súbita desaparición en el registro fósil de todo resto de dinosaurio terrestre y también de un gran número de criaturas marinas. La nueva fecha del impacto, 66.038.000 años, está dentro de los mismos márgenes de error que la fecha de la extinción, lo que hace ambos acontecimientos puedan considerarse como simultáneos.

La extinción de los dinosaurios se achacó por primera vez al impacto de un cometa o asteroide en 1980, cuando Luis Alvarez, de la Universidad de Berkeley, y su hijo Walter, demostraron que en los estratos geológicos que marcan el límite K-T (la "frontera" entre los periodos Cretácico y Terciario) había una fina capa de iridio, un material negruzco y que aquí, en la Tierra, sólo se encuentra en determinadas clases de meteoritos. Padre e hijo llevaron a cabo prospecciones en varias regiones del mundo, y en todas ellas encontraron la misma capa. Concluyeron entonces que, hace unos 65 millones de años, justo al final del Cretácico, un enorme asteroide (lo suficientemente grande como para que sus restos se depositaran por todo el planeta) debió de chocar contra la Tierra.

Más tarde, durante unas prospecciones petrolíferas en el Golfo de México, se descubrió un cráter submarino de casi 180 km. de diámetro, justo frente a las costas de Yucatán. Unas dimensiones compatibles con el impacto de un meteorito de unos diez km. de diámetro. La antiguedad del cráter, además, se determinó en 65 millones de años.

Era la pieza que faltaba para completar el rompecabezas de Luis y Walter Alvarez. Ese meteorito era, en efecto, el candidato perfecto para ser el responsable de la misteriosa capa de iridio que envolvió al mundo en aquella lejana época. Cuando cayó, el enorme meteorito debió levantar una cantidad masiva de escombros y residuos que fueron lanzados a la atmósfera y que rodearon por completo la Tierra, depositándose después poco a poco por todas partes en forma de tectitas (pequeñas esferas cristalinas formadas en los impactos) y de una fina capa de polvo negruzco y muy rico en iridio.

A partir de ahí comenzaron las discusiones. Otros investigadores tenían ya a sus propios "culpables" de la extinción. Pero sobre todo comenzó una auténtica carrera para comprobar si, efectivamente, el impacto y la desaparición de los dinosaurios coincidían en el tiempo. Esa era la clave para saber lo que realmente ocurrió.

En 1993, otro grupo de investigadores de Berkeley determinó que la fecha de la extinción de los dinosaurios coincidía, más o menos, con la del impacto del meteorito. Pero Renne, al recalibrar ahora esos mismos datos, descubrió que, en realidad, indicaban una fecha muy anterior, en concreto 180.000 años antes de la caída del meteorito.

"Todos han mirado siempre a la edad del límite KT y la han comparado con las edades obtenidas de las tectitas y las rocas fundidas del cráter, pensando que eran más o menos de la misma edad. Pero no lo son, y difieren en 180.000 años. Así que me di cuenta de que ahí había unn gran problema".

Un cambio en el clima

Así que Renne decidió volver a empezar. Utilizando la técnica de datación argón-argón dató una serie de tectitas de Haití, determinando su edad con una gran exactitud. Una edad que coincidía con la de cenizas volcánicas de la formación de Hell Creek, en Montana, un lugar muy rico en fósiles de dinosaurio y uno de los mejores del mundo para estudiar las especies fósiles que había antes y después de la extinción. La fecha determinada por Renne para la extinción de los dinosaurios apenas si difería de la del impacto en 11.000 años, nada si se compara con el "más menos un millón" de las dataciones anteriores.

Sin embargo y a pesar de la coincidencia casi perfecta entre ambas fechas, Renne se muestra precavido y asegura que eso no quiere decir que el impacto sea la única causa de la desaparición de los dinosaurios. Un cambio dramático en el clima durante el millón de años anterior también consiguió llevar, con toda probabilidad, a un buen número de especies hasta el borde mismo de la extinción. Y el impacto del meteorito fue el que las empujó hacia el precipicio.

Renne y sus colegas también estudiaron las fechas de las rocas por encima del límite KT, y concluyeron que el ciclo de carbono en la atmósfera terrestre volvió a la normalidad unos 5.000 años después del impacto, mucho más rápido que en los océanos, que tardaron entre 1 y 2 millones de años volver a la normalidad. Renne atribuye este hecho a una lenta recuperación de los patrones de circulación oceánica.

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Incluyen a los humanos - mamíferos placentarios - en el árbol de la vida más completo

El estudio detalla cómo los investigadores utilizan rasgos genéticos y físicos para reconstruir el ancestro común de los mamíferos placentarios, la criatura que dio lugar a muchos mamíferos que viven hoy.

Un equipo internacional de científicos ha generado el árbol de la vida más amplio hasta la fecha sobre los mamíferos placentarios, que son aquellos que tienen a sus crías en la placenta del útero materno durante largo tiempo para alimentarlas, incluyendo desde los murciélagos, los roedores, las ballenas hasta los seres humanos.

El estudio detalla cómo los investigadores utilizan rasgos genéticos y físicos para reconstruir el ancestro común de los mamíferos placentarios, la criatura que dio lugar a muchos mamíferos que viven hoy. Los datos muestran que, contrariamente a una teoría común, el grupo se diversificó después de la extinción de los dinosaurios hace 65 millones de años.

La investigación, publicada en la revista 'Science' y financiada por el Programa del Montaje del Árbol de la Vida la 'National Science Foundation', podría ayudar a los científicos a entender mejor cómo los mamíferos sobrevivieron a cambios climáticos del pasado y de qué forma pueden verse afectados por condiciones ambientales futuras.

Los investigadores registraron los rasgos de observación de 86 especies de mamíferos placentarios, incluyendo 40 especies fósiles. La base de datos resultante contiene más de 12.000 imágenes que corresponden a más de 4.500 rasgos que detallan las características de la presencia o ausencia de alas, dientes y huesos determinados, el tipo de cubierta de pelo y estructuras cerebrales. El conjunto de datos es aproximadamente 10 veces más grande que la información utilizada en los estudios previos de las relaciones de mamíferos.

Científicos de la Universidad de Florida (Estados Unidos) lideraron el equipo que analizó la anatomía de los primates vivos y fósiles, incluidos los lemures, monos y seres humanos, así como sus más cercanos parientes vivos, lémures voladores y las musarañas de árbol.

"Con respecto a la evolución, es fundamental para entender las relaciones de la vida y los mamíferos fósiles antes de hacer preguntas acerca de cómo y por qué" , dijo el coautor Jonathan Bloch, profesor asociado de Paleontología de Vertebrados en el Museo de Historia Natural de Florida de la institución universitaria.

"Esto nos da una nueva perspectiva de cómo los grandes cambios pueden influir en la historia de la vida, como la extinción de los dinosaurios, se trataba de un acontecimiento importante en la historia de la Tierra que potencialmente luego permite establecer el marco de la diversificación total ordinal de los mamíferos, incluyendo a nuestros propios antepasados muy lejanos", agrega este experto.

Para la investigación se utilizó una potente base de datos en la nube y de acceso público llamada MorphoBank, www.morphobank.org. A diferencia de otras reconstrucciones, el nuevo estudio comibina dos tipos de datos: datos de observación de rasgos tales como la anatomía y el comportamiento y datos genómicos codificados por el ADN.

"Descubrir el árbol de la vida es como armar una escena del crimen, es una historia que sucedió en el pasado que no se puede repetir", dijo la autora principal, Maureen O'Leary, profesora asociada en el Departamento de Ciencias Anatómicas en la Escuela de Medicina de la Universidad de Stony Brook e investigadora asociada en el Museo Americano de Historia Natural.

Y agrega: "Al igual que con la escena del crimen, las nuevas herramientas de ADN añaden información importante, pero también lo hacen otros indicios físicos como una masa o, en el ámbito científico, los fósiles y la anatomía. La combinación de todas las pruebas produce la reconstrucción más informada de un hecho pasado".

"Fue una gran forma de aprender anatomía, en pocas palabras --dijo el coautor Zachary Randall, estudiante graduado de Biología de la Universidad de Florida e investigador asociado en el Museo de la Florida--. A pesar de la codificación para los humanos, pude ver claramente que las características anatómicas son únicas, compartidas o no compartidas con otros grupos de mamíferos".

Bloch y Randall colaboraron con los coautores María Silcox, de la Universidad de Toronto Scarborough (Canadá), y Eric Sargis, de la Universidad de Yale (Estados Unidos) para caracterizar a los seres humanos, más siete especies vivas y una fósil del clado Euarchonta, que incluye primates, musarañas arborícolas y lémures voladores.

La historia evolutiva de los mamíferos placentarios se ha interpretado de maneras muy diferentes en función de los datos analizados. Un análisis anticipado, basado en los datos genómicos, sólo predijo que un número de linajes de mamíferos placentarios existió en el Cretácico Tardío y que estos sobrevivieron a la extinción masiva del Cretácico-Paleógeno.

"Se ha sugerido que los primates se separaron de los otros mamíferos mucho antes de la extinción de los dinosaurios, pero nuestro trabajo mediante una prueba directa del registro fósil nos cuenta una historia diferente", dijo Bloch. El equipo reconstruyó la anatomía de la placenta de un antepasado común para determinar que tenía un útero bicorne, un cerebro con una corteza cerebral complicada y una placenta en la cual la sangre materna se produjo en estrecho contacto con las membranas que rodea el feto, como en los seres humanos.

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jueves, 7 de febrero de 2013

El antepasado más antiguo de los mamíferos

Poco después de la extinción de los dinosaurios no voladores, tras el periodo Cretácico superior hace 66 millones de años, un pequeño mamífero con aspecto de roedor, cola peluda y devorador de insectos, comenzó a desarrollarse. Era el primer ancestro de mamífero placentario, el descendiente más lejano de los roedores, los monos, las ballenas e incluso de los seres humanos.


Un equipo internacional de científicos publica en la revista 'Science' este descubrimiento que refuta, o al menos cuestiona la teoría de que los mamíferos se diversificaron justo después de la extinción de los dinosaurios creando los órdenes de mamíferos que existen actualmente. Esta pequeña criatura prueba que los placentarios no se desarrollaron durante el Mesozoico, la era de los dinosaurios, sino poco después de su extinción. Y que esta criatura es un ancestro común que comenzó con esa diversificación.

"Especies como los roedores y los primates no convivieron con dinosaurios no voladores", afirma Maureen O'Leary, del Departamento de Ciencias Anatómicas de la Universidad Stony Brook, "pero sí descendieron de un ancestro común después de la desaparición de éstos". Esto es, entre 300.000 y 400.000 años después.

Características comunes

El equipo de investigación ha reconstruido la anatomía de este ancestro gracias a fósiles de diversos placentarios, que compararon con la información genética de mamíferos que aún viven. Este método ha permitido a los investigadores determinar qué cualidades y rasgos aparecieron primero y cuáles se mantuvieron intactos y compartieron ancestros más lejanos.

Descubrieron que este mamífero tenía características tales como un útero con dos trompas, un complejo córtex cerebral y una placenta similar a la humana, en la que la sangre materna se comunicaba con las membranas que rodean al feto. Estiman, además, que su peso estaba entre los 6 y los 245 gramos.


Una vez recopilados los datos, los investigadores crearon un árbol familiar, filogenético, en el que muestran las relaciones evolutivas de los mamíferos desde el Triásico -hace unos 250 millones de años- hasta la actualidad. El buen estado de los fósiles influyó notablemente en la exactitud del estudio. "El registro que tenemos de mamíferos está repleto de fósiles muy bien conservados, y no queríamos construir un árbol sin utilizar esa evidencia directa que aportan".

Entre esos restos se encuentra el fósil de una pequeña criatura del final del periodo Cretácico, descubierto en 1994 en un extraordinario buen estado. En su pelvis se observaron huesos epipúbicos, característicos de los marsupiales. Estos terios, una subclase de mamíferos, son placentarios (retienen a sus crías en el útero y las alimentan a través de la placenta), lo que demuestra la presencia de estos animales durante la etapa final de la era de los dinosaurios.
Asombrosa diversidad

La evolución de estas especies siempre ha estado registrada en el Cretácico Superior. Se cree que sobrevivieron esta etapa y la extinción de los dinosaurios no voladores en el paso del Cretácico al Terciario (hoy llamado Paleógeno), o límite K/T. Sin embargo, otras teorías, entre las que se encuentra ésta nueva investigación, afirman que, o bien se desarrollaron cerca de la extinción de los dinosaurios, o bien poco después de ella.

Existen alrededor de 5.100 mamíferos placentarios, y presentan una asombrosa diversidad. Varían sustancialmente tanto en tamaño y habilidades locomotoras como en comportamiento o anatomía. "Teniendo en cuenta toda esta diversidad, es verdaderamente interesante saber cuándo y cómo éste clado (cada una de las ramas del árbol de la evolución de una especie) comenzó por primera vez y se diversificó", afirma Nancy Simmons, autora del estudio y conservadora del Departamento de Mamíferos del Museo Americano de Historia Natural.

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¿Eres vago? Ninguna culpabilidad, la evolución te hizo así

El científico Manoj Srinivasan, profesor de ingeniería mecánica de la Universidad del Estado de Ohio en los EE.UU., ha realizado (con la ayuda de su alumno Leroy Long) un estudio científico encaminado a determinar cuál es el método energéticamente más eficaz para recorrer una distancia fija (unos 250 metros aproximadamente) durante diferentes períodos de tiempo. Se pedía a los participantes que intentaran cubrir la distancia dada justo en el tiempo que se les asignaba, ni antes ni después.


En el estudio participaron 36 estudiantes. Inicialmente se les pedía que recorrieran la distancia con un tiempo amplio (2 minutos), que cubrían tranquilamente caminando. Cuando el tiempo que les daban era de 30 segundos, los alumnos decidían correr. Lo divertido sucedía cuando el tiempo dado era de 1 minuto justo, es entonces cuando mezclaban ambas formas de desplazamiento, alternando el paso con la carrera.

En opinión de Srinivasan, esta es la mejor estrategia, la alternancia del paseo y la carrera, ya que de este modo se desperdicia menos energía y se alcanza más rápidamente la meta. Este estudio apoya la teoría que sostiene que el cuerpo humano está equipado con una especie de sentido innato de valoración del cómo y el cuándo variar la energía empleada durante la ejecución de un movimiento.

En experimentos previos realizados sobre cintas de correr, los científicos habían llegado a entender que las personas realizan el tránsito entre caminar y correr cuando viajan a una velocidad de entre 2 y 3 metros por segundo. La razón por la que parece "natural" cambiar el paso a esa velocidad es porque tu cuerpo y tu cerebro intentan automáticamente minimizar la cantidad de energía que necesitas gastar al moverte desde un punto a otro. Por debajo de los 2 o 3 m/s, caminar requiere menos energía, y por encima de esa velocidad se ahorra energía corriendo.

Sin embargo, correr sobre uno de estos dispositivos, que dictan la velocidad a la que debes caminar, no es algo natural. Por eso los científicos decidieron hacer pruebas en el mundo real. Aunque la fracción de tiempo que cada participante empleó caminando cambiaba de forma individual, el resultado final se ajusta perfectamente con lo que uno esperaría ver si la gente estuviera minimizando de forma inconsciente el consumo energético necesario para moverse del punto A al punto B.

El trabajo tendrá implicaciones futuras biomecánicas en la fabricación de prótesis, e incluso - a más largo plazo - en la fabricación del software de minimización energética que emplearán los futuros fabricantes de robots bípedos.

Sea como sea, cuando alguien te apure para que corras un poco más camino de la estación de autobuses, siempre podrás negarte aduciendo algo así como: "lo siento, me dejo llevar, mi sistema innato de evaluación inconsciente de ahorro energético es el que manda".

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miércoles, 6 de febrero de 2013

No era el último neandertal

Nuevas dataciones anticipan 10.000 años el fin de la especie en el sur de la península Ibérica

Se reabre la polémica sobre su convivencia con el 'sapiens'


En el siempre apasionante y aún misterioso asunto de la desaparición de los neandertales en Europa, se ha barajado durante años la teoría de que los últimos individuos de aquella especie habrían sobrevivido un cierto tiempo en el sur de la península Ibérica. La presión en el territorio de la nueva especie, la nuestra, habría empujado hacia el extremo sur del continente a los viejos europeos hasta que desaparecieron también ellos, hace algo más de 30.000 años, mientras que en el Norte de la península, no existían ya sus congéneres desde hacía más de 10.000 años. Pues no. Esta teoría, a la luz de los últimos datos científicos, ya no encaja, dicen los investigadores que han hecho nuevas dataciones de los yacimientos. En realidad, los neandertales del sur de la península Ibérica no son tan recientes, tienen en torno a 46.000 años, así que no son los últimos de su especie.

Las nuevas dataciones se han hecho con la clásica técnica del radiocarbono, pero aplicando un procedimiento avanzado de ultrafiltrado que elimina la contaminación de las muestras. Los resultados indican que las piezas que se han podido datar con este método son 10.000 años más antiguas de lo que se había establecido, como mínimo. Así, la cronología pone de nuevo en ebullición los debates y las hipótesis sobre la convivencia en el territorio de las dos especies y las causas de la desaparición de una de ellas en esa compleja época de transición.

“En los años ochenta, las dataciones del yacimiento neandertal de Zafarraya, en la sierra de Alhama (Granada), se dataron en torno a 31.000 años (las más modernas), pero ahora vemos que esas cifras no son reales: tienen unos 46.000 años”, explica Cecilio Barroso-Ruiz, del Museo Arqueológico y Etnológico de Lucena, uno de los autores de la investigación, que se presenta en la revista Proceedings de la Academia Nacional de Ciencias (EE UU). “Esto cuestiona la teoría que propusimos entonces de que los del Sur de la península Ibérica fueron los últimos neandertales, pero ante los datos científicos...; en realidad se extinguieron cuando todos los demás neandertales”, añade. Es más, puntualiza, los del sur son más antiguos que los últimos del norte de la Península, que tienen unos 42.000 años.

Cueva Boquete de Zafarraya (Málaga)
Los investigadores (incluidos especialistas de la Universidad Nacional Australiana de Canberra, el Museo de Historia Natural de Paris y la Universidad de Oxford), liderados por Rachel E.Wood, han intentado aplicar la técnica del radiocarbono con ultrafiltrado en restos de 11 yacimientos del sur de la Península, pero solo han encontrado el colágeno necesario para hacer los análisis en dos de ellos: Cueva del Boquete de Zafarraya y Jarama VI (Sistema Central).

Los restos de esta última excavación también se han datado ahora en torno a 45.000 años, frente a los 30.000 o 32.000 años estimados anteriormente, explica Jesús F. Jordá, de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED). En este yacimiento de Guadalajara, se han descubierto ya numerosas piezas de industria lítica típica de los neandertales (Musteriense) y un hueso fósil del pie de un neandertal. Los nuevos análisis se han hecho con colágeno extraído de huesos animales que tienen signos inequívocos de manipulación por el hombre, como las marcas del descarnado hechas con cuchillos de piedra.

El problema con el radiocarbono es que las muestras se contaminan fácilmente con material orgánico del entorno. Pero con el ultrafiltrado se rescata exclusivamente el colágeno fraccionado, el más antiguo, el correspondiente al fósil. Por eso, las piezas en las que se aplica siempre envejecen.

A la vista de los nuevos datos “habría que revisar los libros de la prehistoria”, señala Jordá. “En el centro y sur de la península Ibérica, los neandertales dejaron de existir hace 45.000 años, antes de la llegada a la región del norte de los humanos modernos, cuando antes pensábamos que los neandertales habían perdurado al Sur mientras que el homo sapiens estaba ya en el Norte”.

Podría ser que, no en el centro y sur de la península, pero si en el norte, hubieran coincidido en el tiempo y el territorio los unos y los otros. “Estamos sometiendo a nuevos análisis yacimientos como La Güelga (Asturias) para determinar si esa coexistencia tuvo lugar. Tendremos que esperar a los resultados para verificar o no esta hipótesis”, explica Jordá.

En el Norte, seguramente por las condiciones de humedad favorables a la conservación del colágeno, las dataciones no han presentado tantos problemas, apunta Barroso-Ruiz. En Zafarraya, recuerda este experto, se han encontrado fósiles de ocho o diez individuos neandertales. Son 15 fósiles en total, incluida una mandíbula muy bien conservada que se descubrió en 1983, un fémur canibalizado y otros huesos de las piernas.

“Si se retrasan 10.000 años las dataciones con este método del ultrafiltrado, puede que también se anticipe la llegada del hombre moderno a Europa y estaríamos en las mismas a efectos de convivencia de ambas especies”, sugiere el paleontólogo Juan Luis Arsuaga, director del Centro Investigación sobre Evolución y Comportamiento (UCM-ISCIII).

El problema es que el límite de fiabilidad del método de datación por radiocarbono está precisamente en los 50.000 años de antigüedad.

“La hipótesis de que durante un tiempo los humanos modernos ocupaban el norte de la península y los neandertales el centro y sur, denominada de la frontera del Ebro, se basa no en restos fósiles sino arqueológicos, de piezas de diferentes culturas. En el norte hay una secuencia jerarquizada, con los restos musterienses en los niveles más antiguos y encima los de la primitiva cultura de nuestra especie (Auriñaciense), seguida de posteriores variaciones. Pero en el sur falta esa primera cultura del homo sapiens, así que parece que llegó más tarde, con las posteriores”. Para Arsuaga la única forma de salir de dudas en cuanto a la convivencia de las dos especies sería encontrar un yacimiento en que se fueran alternando las capas cronológicas de neandertales y homo sapiens.

Según su colega Ignacio Martínez, investigador del mismo centro y profesor de la Universidad de Alcalá, “nos falta demasiada información para conocer la causa exacta de la desaparición de los neandertales”. Lo que sí van conociendo los científicos, añade, son las circunstancias en que se produjo esa desaparición: si fue de golpe, si fue un proceso largo, si quedaron bolsas de los antiguos europeos... Alteraciones del clima, enfermedades o la competencia. pudieron influir varias causas, combinadas o no, apunta Martínez. “Me cuesta asumir que los neandertales se extinguieron solos”, concluye Arsuaga. “Estaban al límite, con una población pequeña, dispersa y con poca diversidad genética... y encima llegan otros a su territorio. Pero yo creo que sin nuestra especie los neandertales se habrían recuperado”.

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Hallado el “cocodrilo maldito” de Aragón


Paleontólogos españoles y del Reino Unido describen un nuevo depredador marino de unos tres metros de largo que vivía en mar abierto

Hace 164 millones de años, media Península Ibérica estaba cubierta por un océano. La tierra firme era de los dinosaurios, pero en las profundidades del mar habitaban criaturas de igual fiereza. Muchas de ellas siguen siendo unas completas desconocidas aún hoy aunque, de tanto en tanto, un fósil ilumina aquellas profundidades hoy desaparecidas. Uno de esos fósiles ha permitido a un equipo de paleontólogos españoles sacar a la luz a una nueva especie de depredador que habitó en lo que hoy es Aragón. Se trata de un cocodrilo marino que alcanzaba los tres metros de largo y que han bautizado como “cocodrilo maldito de Ricla”.

Según sus descubridores el Maledictosuchus riclaensis ha sufrido una maldición de 20 años. Su cráneo se halló casi intacto en 1994, durante la campaña de prospección previa a la construcción del AVE. La alargada cabeza estaba enterrada cerca de la localidad de Ricla, al sur de Zaragoza, y resultó ser la más completa de un cocodrilo marino en toda la Península Ibérica. Una vez extraído, el fósil acabó expuesto en el Museo Paleontológico de la Universidad de Zaragoza sin que ningún experto lograse identificar a qué especie perteneció.

Cola de tiburón

Ahora, paleontólogos de la Universidad de Zaragoza y de la Universidad de Edimburgo han conseguido terminar con la maldición del cocodrilo de Ricla. Su estudio, liderado por el grupo Aragosaurus, concluye que se trata de una nueva especie y género de cocodrilo marino. Estos depredadores son parientes lejanos de los cocodrilos actuales aunque su aspecto era muy distinto.

“Sabemos que tenía aletas en vez de patas y una cola parecida a la de los tiburones”, explica a Materia Jara Parrilla-Bel, primera autora del estudio, publicado en PLOS One. El “cocodrilo maldito” vivió hace unos 164 millones de años y es la prueba de que los cocodrilos marinos aprendieron a vivir en mar abierto 10 millones de años antes de lo que se pensaba. De hecho la nueva especie es la más antigua entre los cocodrilos marinos “especializados”, que aprendieron a vivir en el océano comiendo peces y los cefalópodos. Hasta ahora se habían encontrado en Francia e Inglaterra cocodrilomorfos menos especializados, pero el de Ricla es el primer raqueosaurio (un término que engloba a especies ya especializadas) que se conoce del Jurásico Medio.


“Este es el primer género de cocodrilo talatosuquio que se define en España”, resalta Juan Ignacio Ruiz-Omeñaca, del equipo de investigación del Museo del Jurásico de Asturias (MUJA). Ruiz-Omeñaca fue uno de los expertos que analizaron el estudio actual para su publicación y, en pequeña medida, contribuyó a la maldición. El trabajo que por fin nombraba a la nueva especie “estuvo varias semanas dando vueltas por la redacción de la revista hasta que los dos referees [expertos externos] y el editor lo dimos por bueno”, recuerda el investigador.

A pesar de su dominio de la vida en mar abierto, los cocodrilos marinos se extinguieron mucho antes que los dinosaurios. “Desaparecieron hace algo más de 130 millones de años, mientras que los dinosaurios aguantaron hasta hace unos 65 millones de años”, concluye Parrilla-Bel.

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La extraña desaparición del fósil del Hombre de Pekín

La primera vez que se vio al Hombre de Pekín fue en una excavación arqueológica en China en 1920 (el yacimiento de Zhoukoudian fue catalogado como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco desde el año 1987). Dos décadas más tarde se lo vio por última vez, cuando era embalado con destino a Estados Unidos en 1941. Las cajas desaparecieron y nunca se encontró rastros de ellas. Desde ese momento muchas teorías han rodeado a su contenido.

Los restos fosilizados del Homo erectus pekinensis, o el Hombre de Pekín, pasaron los años treinta en China, donde desconcertaron a paleontólogos y antropólogos. Múltiples cráneos, mandíbulas inferiores y dientes se encontraron en una excavación en las afueras de la ciudad de Pekín, hoy llamada Beijing.

Los primeros fósiles del Homo erectus se encontraron en Java en la década de 1890, pero algunos científicos creían que no eran más que una especie inusual o deformada de mono. El Hombre de Pekín puso fin a esa línea de pensamiento y fue reconocido como un tesoro cultural y científico.

En septiembre de 1941, con China y Japón sumidos en un conflicto bélico y Estados Unidos a punto de sumarse, los fósiles se embalaron y fueron enviados a este último país. Las cajas debían viajar por tren y luego barco a América, pero desaparecieron sin explicación. Nadie sabe si alcanzaron a llegar al barco o incluso el exacto método de transporte que se utilizó. China, Japón y Estados Unidos parecen tener sus propias teorías y el culpar a uno u otro país de tenerlas es la tónica.

Pero hay explicaciones más prosaicas. La mayoría cree que el tren donde viajaban los fósiles fue asaltado y los huesos, considerados un objeto sin valor, arrojados a un lado. Otros creen que alcanzaron a llegar al barco, pero que éste fue atacado y se hundió. Cada cierto tiempo alguna pista emerge sobre el Hombre de Pekín, la cual desaparece tan abruptamente como las cajas con los fósiles.

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martes, 5 de febrero de 2013

Primera prueba de altruismo en plantas

Una investigación con semillas del maíz revela un mecanismo vegetal de ‘ayuda’

Ya se sabía que existe el altruismo en el mundo animal, pero una investigación reciente de la Universidad de Colorado en Boulder (EEUU) ha revelado que también se da en las plantas. Según este estudio, los embriones de las semillas del maíz con iguales progenitores pesan mucho más que aquellos embriones con la misma madre pero padre distinto. La causa estaría en un mecanismo de ‘generosidad familiar’ intrínseco a la planta.

Todos hemos oído hablar de ejemplos de altruismo en animales: perros que cuidan a gatitos huérfanos, chimpancés que comparten alimentos o delfines que empujan a sus iguales heridos hacia la superficie de las aguas. Ahora, un estudio realizado en la Universidad de Colorado en Boulder (Estados Unidos) sugiere que algunas plantas son también altruistas.

Un grupo de investigadores analizó en concreto el maíz, un vegetal cuyas semillas fertilizadas contienen dos "hermanos": un embrión y una pequeña porción de tejido conocida como endospermo o endosperma, que alimenta al embrión a medida que la semilla se desarrolla, explica la profesora de la CU-Boulder y autora de la investigación, Pamela Diggle, en un comunicado emitido por dicha institución.

Los científicos compararon el crecimiento y el comportamiento de los embriones y del endosperma de semillas de maíz que compartían los mismos progenitores, con el crecimiento y el comportamiento de embriones y endosperma con progenitores genéticamente distintos.

"Los resultados indican que tanto los embriones como el endosperma de semillas con los mismos progenitores pesan mucho más que aquellos embriones con la misma madre pero padre distinto", afirma Diggle, de la facultad de ecología y del departamento de biología evolutiva de la CU-Boulder. "Hemos descubierto que el endosperma que no comparte padre con el embrión no entrega una mayor cantidad de alimentos y, por tanto, parece actuar de manera menos cooperativa", añade la investigadora.

Un artículo sobre este hallazgo ha sido publicado recientemente en Proceedings of the National Academy of Sciences. Los co-autores del estudio han sido Chi-Chi Wu, estudiante de doctorado en el departamento de ecología y biología evolutiva de la CU-Boulder, y William "Ned" Friedman, profesor de la Universidad de Harvard.

Generosidad familiar

Diggle señala que la presente investigación ha puesto en evidencia que las plantas pueden retener nutrientes cuando los recursos son limitados. "Nuestro estudio es el primero que ha probado la idea de la cooperación entre iguales en plantas”, afirma.

"Una de las leyes fundamentales de la naturaleza es que el altruismo se despliega con los parientes más cercanos", señala por su parte Friedman. "El altruismo sólo se desarrolla si el benefactor es un pariente cercano al beneficiario. La acción del endosperma, que da todo su alimento al embrión y luego muere, no puede ser más altruista".

En la reproducción del maíz, flores masculinas situadas en la parte superior de las plantas distribuyen granos de polen –dos cada vez- a través de tubos individuales, a pequeña mazorcas ubicadas en tallos cubiertos por unos filamentos conocidos como ‘fibras de la mazorca del maíz’. Este proceso se denomina doble fecundación.

Cuando los dos granos de polen entran en contacto con una fibra individual, esta produce una semilla que contiene un embrión y el endosperma. Cada embrión da lugar a un solo grano de maíz, explica Diggle.

El equipo aprovechó un fenómeno extremadamente raro en plantas que consiste en que dos padres distintos engendren granos individuales de maíz. La manipulación de genes del maíz, desarrollada durante miles de años y que ha permitido crear mazorcas de diferentes colores, ayudó a los investigadores en la evaluación de la filiación de los granos, señala la científica.

Wu cultivó estos ejemplares raros de maíz y cosechó más de 100 mazorcas durante un período de tres años. El investigador se ocupó del grano de cada mazorca cosechada. Mientras que la mayoría de los granos tenían un endosperma y un embrión del mismo color, lo que indicaba que compartían los mismos progenitores, algunos de ellos presentaban colores en cada caso, como granos púrpura en su exterior con embriones amarillos.

El científico estuvo buscando estos ejemplares raros –menos de uno de cada 100 muestras- con padres distintos, para evaluar la cooperación entre embriones y endosperma. “Resultó una investigación difícil y larga”, afirma Friedman.

El endosperma, tejido nutricional formado en el saco embrionario de las plantas con semilla, resulta clave para los seres humanos, ya que proporciona alrededor del 70% de las calorías que se consumen anualmente en todo el mundo, explican los investigadores.

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