jueves, 31 de enero de 2013

Los urdaibaitarras son descendientes de los habitantes de Santimamiñe

Han revelado la similitud que existe entre el ADN extraído de la mandíbula de un homo sapiens que habitó la cueva hace unos 4.000 años y el de las personas que viven en la comarca vizcaína.


Un estudio arqueogenético elaborado por el grupo BIOMICs de la Universidad del País Vasco ha revelado la similitud que existe entre el ADN extraído de la mandíbula de un homo sapiens habitó en la cueva de Santimamiñe hace unos 4.000 años, y el de las personas que habitan hoy en día la comarca de Urdaibai.

Según ha informado la UPV-EHU, ese estudio ha concluido que el territorio vasco ha sido objeto de ocupación por poblaciones que se remontan, al menos, al Paleolítico superior.

La comparación del ADN extraído de la mandíbula de un homo sapiens que habitó en la cueva de Santimamiñe hace unos 4.000 años, y de otros 6 restos óseos hallados en la misma cueva, con el ADN de personas que en la actualidad viven en la Comarca de Urdaibai, ha mostrado que los individuos que viven en esa zona "presentan linajes maternos muy similares a los de los restos arqueológicos".

El hallazgo permite sostener la hipótesis de que la población actual desciende de los antiguos pobladores de la cueva de Santimamiñe, ha concluido la UPV-EHU.

Durante dos años, los científicos vascos han estudiado restos óseos de un homínido que habitó la cueva y, en colaboración con genetistas de la Universidad de Estrasburgo, consiguieron descifrar el ADN mitocondrial de los restos hallados.

Una vez extraído el ADN de esos restos, la segunda fase de la investigación consistió en comparar el análisis genético con el ADN de los actuales habitantes de Urdaibai.

Este proceso, iniciado la primavera pasada, resultó relativamente más sencillo ya que bastó con tomar 158 muestras de saliva de miembros pertenecientes a diferentes familias que a día de hoy de la zona y compararlos con los linajes prehistóricos hallados en la cueva de Santimamiñe.

La población de la comarca de Urdaibai se caracteriza por haberse mantenido relativamente estable en la zona a lo largo del tiempo lo que le permite contar con una alta concentración de linajes antiguos, como era de esperar.

A partir de ahora, los investigadores tratarán de ampliar el rango de investigaciones a otras zonas por medio de nuevos estudios de yacimientos sepulcrales datados en la misma época en otras diferentes.

Fuente

Por qué engordamos tanto en invierno y cómo dejar de hacerlo

“Cómo me estoy poniendo”, le comenta un amigo a otro. “Tengo hambre todo el rato y no puedo parar de comer”. Todos hemos participado en conversaciones similares. Le damos la razón a nuestro amigo y reconocemos que a nosotros nos pasa lo mismo. Ganar peso es algo tan propio del invierno como la ola de frío, la Navidad o las castañas pero, ¿por qué ocurre?


Hay muchas razones que explican la tendencia que tenemos a ganar peso en los meses más fríos. Es cierto que hay razones sociológicas (en invierno hay un mayor número de “eventos” donde comemos más de la cuenta) y psicológicas (estamos más tiempo encerrados en casa, lo que puede despertar la ansiedad, y con ello la ingesta de comida “por aburrimiento”) pero son de menor importancia si las comparamos con las de origen biológico.

En la actualidad llevamos un tipo de vida que no se corresponde con aquello a lo que se adaptaron nuestros genes al nacer la especie. Este fenómeno se conoce como retraso genómico y, según algunos autores, es en parte responsable no sólo de la obesidad, sino también de la mayoría de enfermedades neurodegenerativas y cardiovasculares.

El hombre evolucionó siendo un depredador y, al igual que el resto de animales cazadores, tiene niveles altos de azúcar en sangre. Niveles que, además, tenían que ser más altos en invierno, cuando el gasto calórico era mayor debido al frío. El homo sapiens se acostumbró a esta situación y por ello necesitaba en invierno un mayor aporte de azúcar y alimentos ricos en almidón (carbohidratos); aporte que nuestras hormonas siguen demandado hoy en día, pese a que sea innecesario.

Ahora nadie tiene que correr detrás de una presa y pasamos el invierno en ambientes con temperaturas similares a las que tenemos en verano, pero nuestro cuerpo nos sigue pidiendo más calorías que en los meses calurosos. Siendo así no es de extrañar que reventemos la báscula, pero podemos revertir la tendencia si conocemos los mecanismos biológicos que nos conducen a esta situación.

Bajan nuestros niveles de serotonina, y nos pirra el dulce

La serotonina en un neurotransmisor responsable, entre otras cosas, de regular la temperatura corporal y el apetito. Sus niveles son más bajos en invierno, ya que su secreción se regula en función de los ciclos de día y de noche: cuanto más largas son las noches, menos serotonina se produce. Como la serotonina influye en nuestro ánimo –nos sentimos mejor cuando sus niveles son altos– buscamos que aumente la secreción de ésta, algo que no sólo consigue la luz del sol, sino también la insulina: por eso nos entran ganas de consumir dulces y carbohidratos, que aceleran la secreción de ésta. Se trata, además, de un círculo vicioso, cuanta más insulina segregamos, más azúcar y alimentos ricos en almidón queremos consumir. Y así no hay quien pierda peso.

La única manera de revertir esta situación es, lógicamente, comer menos dulces y cereales, algo que puede lograrse si tenemos una dieta más centrada en la proteína, aunque no sea necesario caer en el extremo de los regímenes hiperprotéicos como las célebres dietas Atkins y Dukan. En cualquier caso, lo que tenemos que tener claro es que, aunque nuestro cuerpo nos lo pida, no hay ninguna razón para aumentar nuestra ingesta de calorías en invierno.

Suben nuestros niveles de melatonina, y estamos más cansados

La melatonina es una hormona que sintetiza la serotonina y cuyas concentraciones varían de acuerdo a los ciclos solares. Pero, al contrario que la serotonina, cuanta menos luz tienen los días, más melatonina segregamos. Se trata de una sustancia fundamental en la regulación de nuestro reloj biológico y es la principal responsable de la pereza que nos invade en los días más oscuros. La correcta secreción de melatonina es requisito indispensable para dormir correctamente, y los trastornos en su producción suelen provocar problemas de sueño, pero también hace que seamos menos activos en invierno y, por tanto, consumamos menos calorías.

Algunos investigadores creen, además, que la melatonina juega un importante papel en el control del apetito, que varía en función de las especies. Según esta teoría, un mayor nivel de melatonina hace que tengamos más hambre.

El aumento de la melatonina no sólo podría hacer que comamos más, además fomenta el sedentarismo, pues estamos más cansados y somos menos propensos a realizar cualquier tipo de actividad física. Por lo tanto, aunque nos cueste más, si no queremos ganar peso en invierno tenemos que obligarnos a ser más activos y, dado que la mayor parte de los trabajos son sedentarios, no nos queda otra que practicar algún deporte.

Tenemos menos vitamina D, que se obtiene tomando el sol

Aunque la vitamina D está presente en algunos alimentos (como los pescados grasos, el marisco, el huevo o los lácteos), se genera, al menos en un 90%, cuando tomamos el sol, por lo que sus niveles suelen ser inferiores en invierno, algo que no ayuda a mantener la línea. Esta vitamina ha sido la gran olvidada de los estudios sobre nutrición, pero en los últimos años ha protagonizado cientos de artículos científicos. Según varias de estas investigaciones, un nivel bajo de vitamina D podría estar directamente relacionado con la obesidad (además de otros trastornos como la diabetes y las enfermedades cardiovasculares), una asociación que debería preocuparnos especialmente en invierno.

Fuente

Hallan huevos de tenia de 270 millones de años en heces fósiles de tiburón

Un racimo de huevos de tenia descubierto en excrementos fosilizados de tiburón de hace 270 millones de años sugiere que los parásitos intestinales en los vertebrados son mucho más antiguos de lo que se conoce, según un estudio publicado este miércoles en 'Plos One' por los científicos Paula Dentzien-Dias y colegas de la Universidad Federal de Río Grande (Brasil).

Los restos de estos parásitos en vertebrados de esta época son raros en 500 muestras examinadas, ya que sólo una reveló los huevos de tenia. Este descubrimiento particular ayuda a establecer una línea de tiempo para la evolución de los actuales parásitos tenia que se producen en los alimentos como el cerdo, el pescado y la carne.

Los huevos fosilizados fueron encontrados en un grupo muy similar a los establecidos por las tenias modernas, algunos de ellos son no nacidos y uno contiene lo que parece ser una larva en desarrollo. Según el estudio, "este descubrimiento muestra que el registro fósil de parásitos intestinales en vertebrados es mucho más antiguo de lo que se conocía anteriormente y se produjeron al menos entre hace 270 y 300 millones de años".

El fósil que se describe en este estudio es de mediana edad, del Pérmico Superior, el punto y seguido de la extinción en masa más grande conocido, cuando casi el 90 por ciento de las especies marinas y el 70 por ciento de las especies terrestres se extinguieron.

Fuente

Los chimpancés aprenden de los que más saben

Científicos muestran por primera vez cómo estos primates mejoran el uso de sus herramientas imitando la técnica de otros miembros del grupo más habilidosos



Los chimpancés pueden aprender formas más eficientes de utilizar una herramienta al ver cómo lo hacen otros congéneres, según un estudio publicado en la revista PLoS ONE por Shinya Yamamoto y sus colegas de la japonesa Universidad de Kioto y la británica de Kent. Su estudio presenta la primera evidencia experimental de que los chimpancés, como los humanos, pueden observar y aprender a hacer algo mejor de un miembro del grupo.

En el estudio, los chimpancés recibieron unas cajas de zumo con un pequeño agujero y unas pajitas para beber. Un grupo de chimpancés utilizó las pajitas como si fueran varitas, mojándolas y chupando el extremo, mientras que el otro grupo aprendió a chupar directamente a través del tubito. Aprender ambas técnicas requiere las mismas habilidades cognitivas y motoras, pero los chimpancés que bebieron a través de la pajita obtenían más zumo en un corto período de tiempo.

Cuando el primer grupo de chimpancés observó a un ser humano o a otro chimpancé demostrar la técnica de succión más eficiente, todos decidieron hacer lo mismo. «Cuando los chimpancés no están satisfechos con su propia técnica, pueden aprender socialmente una técnica mejorada observando con atención a alguien competente».

Según los autores, estos resultados sugieren cómo la cultura puede evolucionar en los animales.

Fuente

Existe un mundo que tú no puedes ver

miércoles, 30 de enero de 2013

La primera eyaculación de la historia

El registro fósil más antiguo de tan placentero ejercicio fue hallado en Escocia y tiene unos 400 millones de años. La protagonista, una planta ahora extinta


Si el «caso Lewinsky» nos sorprendió por cómo los restos de una eyaculación pueden durar tanto tiempo (y causar tanto revuelo), imaginen unos mucho más antiguos que la humanidad, que han permanecido inalterados desde hace unos 400 millones de años. La primera eyaculación de la Historia -sería mucho más adecuado decir de la Prehistoria- de la que se tiene constancia en el registro fósil ocurrió en el Devónico, en lo que ahora es el yacimiento escocés de Rhynie Chert. El autor de esta placentera actividad fue un ejemplar de Rhyniophyta, unas plantas extintas. El acto, pillado in fraganti, quedó perpetuado para siempre en un cuarzo cristalino. El divulgador científico Dorion Sagan, hijo del famoso astrónomo Carl Sagan, lo describe en el libro de dos volúmenes «Muerte/Sexo» (Kairós), escrito junto al biólogo Tyler Volk.

La Algaophyton major, protagonista de esta historia de dos rombos, es una de las plantas más comunes del yacimiento Chert Rhynie, llamado así por la cercana aldea de Rhynie en Aberdeenshire, Escocia. Es fácil que plantas, hongos y líquenes de esa época hallan llegado petrificados hasta nuestros días, pero encontrar la muestra de una eyaculación es realmente excepcional. Estos depósitos locales ricos en sílice de 400 millones de años guardaron la materia orgánica como un tesoro.

Una muestra de cuarzo preservó el delicado arquegonio de la planta, el órgano sexual femenino, y en otra pudo observarse en el microscópico el antheridium, el órgano sexual masculino, repleto de espermatozoides listos para salir disparados. Sagan recuerda que esta eyaculación «es casi 140.000 veces más antigua que la Odisea de Homero, 400 veces más que la especie humana y casi tanto como la aparición de los animales en el registro fósil».

Fuente

Hace unos 14.000 años los humanos comían ballena en Málaga

Restos de los balanos encontrados.
Imagen: Esteban Álvarez-Fernández y René-Pierre Carriol
Un equipo internacional de científicos, entre los que se encuentran investigadores de la UNED, ha hallado pequeños crustáceos en la Cueva de Nerja (Málaga), datados entre hace 14.500 y 13.500 años. Estos seres, denominados balanos, habitan en la piel de las ballenas por lo que los científicos deducen que se trata de la prueba más antigua del consumo de cetáceos en la Prehistoria europea.

Hace entre 14.500 y 13.500 años, el asentamiento de cazadores y pescadores de Nerja (Málaga) estaba separado de la costa unos 4 kilómetros. Para sobrevivir, la comunidad caminaba durante horas hasta la orilla del mar y allí pescaban y trasladaban sus presas, como delfines o focas, hasta la cueva en la que habitaban. Sin embargo, al encontrar restos de ballena, tuvieron que cambiar su estrategia, según demuestra un estudio publicado en la revista Quaternary International.

“Llevaban los pedazos de carne, grasa y piel a la cueva, pero dejaban los huesos del animal en la playa”, explica Jesús F. Jordá, investigador del departamento de Prehistoria y Arqueología de la UNED y uno de los autores del estudio. Los científicos han descubierto en la Cueva de Nerja cientos de restos de balanos, pequeños crustáceos que viven en la piel de las ballenas.

“Al estar íntimamente asociados a las partes comestibles de la ballena y aparecer muchos de ellos quemados en el interior de un hogar, la presencia de estos crustáceos nos proporciona la evidencia indirecta más antigua del consumo de ballenas en la Prehistoria europea”, añade Esteban Álvarez-Fernández, investigador de la Universidad de Salamanca y autor principal del trabajo.

En el estudio, además de científicos de la UNED y la Universidad de Salamanca, participan la Universidad de Valencia, la Universidad Complutense de Madrid, la Universidad Nacional de Australia, el Instituto Geológico y Minero de España, el Museo Nacional de Ciencias Naturales (CSIC) y el Museo de Historia Natural de París (Francia).

Del hemisferio sur al Mediterráneo

Los crustáceos hallados pertenecen a dos géneros diferentes –Tubicinella major y Cetopirus complanatus– y muchos de ellos se encontraban totalmente quemados, lo que indica que los humanos de aquella época asaban la carne de ballena para comérsela.

Su análisis indica que vivían alojados en la piel de una ballena franca austral (Eubalaena australis), propia de las aguas del hemisferio sur, u otra distribuida actualmente por el Atlántico norte (Eubalaena glacialis). Sea cual sea, el hallazgo de los balanos lo que “confirma el importante descenso de la temperatura de las aguas marinas en aquel período”, afirma Álvarez-Fernández.

Además, se da la circunstancia de que nunca hasta ahora se habían hallado estas dos especies de crustáceo juntas en un yacimiento prehistórico a escala global.

Fuente

martes, 29 de enero de 2013

Biología cuántica: un mundo por descubrir


Desaparecer en algún lugar y reaparecer en otro. Estar en dos sitios a la vez. Transmitir información a una mayor velocidad que la de la luz.

Son fenómenos que se explican –desde hace un tiempo– a partir de la rama de la física que estudia el comportamiento de la materia y de la energía: la mecánica cuántica.

¿Pero qué tiene que ver esta ciencia con las flores, las aves migratorias y el olor a huevos podridos?

Bienvenido a la frontera de lo que se conoce como biología cuántica.

Sigue siendo una disciplina tentativa, incluso especulativa, pero de continuar creciendo, podría revolucionar el desarrollo de nuevos medicamentos, computadoras y perfumes, o incluso contribuir a la lucha contra el cáncer.

Hasta hace poco tiempo, la idea de que la biología -una ciencia que a los ojos de los físicos es cálida, húmeda y desordenada- estuviera relacionada con los estados de la materia se consideraba una insensatez.

Pero poco a poco y usando la poca evidencia que se ha ido encontrando, la idea ha empezado a cobrar importancia, explicó Luca Turín, del Instituto Fleming en Grecia.
Plantas, aves y narices

"Básicamente hay tres áreas en las que empieza a ser evidente la presencia de la cuántica, tres fenómenos que han derribado la idea de que la mecánica cuántica no tiene nada que ver con la biología", le dijo Turín a la BBC.

La más evidente de las tres es la fotosíntesis, el eficiente proceso mediante el cual las plantas y algunas bacterias construyen las moléculas que necesitan, utilizando energía de la luz solar.

Cuando se observa el proceso de cerca pareciera que hubiera pequeños paquetes de energía al mismo tiempo, "probando" todos los caminos posibles para llegar a donde necesitan ir para después escoger el más eficiente.

La fotosíntesis es el proceso de la naturaleza
que más se ha podido relacionar con la física cuántica
"La biología parece haber sido capaz de utilizar este tipo de efecto en un ambiente cálido y húmedo, manteniendo la superposición. No logramos entender cómo lo hace", le dijo Richard Cogdell, de la Universidad de Glasgow a la BBC.

La sorpresa no acaba ahí. Se cree que trucos similares pueden encontrarse en el comportamiento animal: las hazañas de las aves que cruzan países, e incluso continentes volando de polo a polo en sus rutas migratorias, podrían tener relación con la física cuántica.

Los experimentos biológicos muestran que, al migrar, los petirrojos sólo se orientan a través de los colores de la luz, y que basta con una radiofrecuencia débil para confundir su sentido de dirección.

Pero las explicaciones dadas no alcanzan a explicar el fenómeno.

Para los defensores de la relación entre la cuántica y la biología, la orientación de los petirrojos al migrar se debe a un efecto de entrelazamiento cuántico.

Según este fenómeno físico, las partículas entrelazadas (en su término técnico en inglés: entangled) no pueden definirse como partículas individuales, sino más bien como un sistema.

Por más distanciadas que estén dos partículas "entrelazadas", ambas saben lo que pasa con la otra, incluso parecen poder transmitirse información a mayor rapidez que la velocidad de la luz.

Los experimentos sugieren que este fenómeno ocurre dentro de las moléculas individuales de los ojos de las aves.

John Morton, del University College London, explicó que la manera en que las aves lo perciben puede parecer aún más extraño.

"Podríamos imaginarnos que es una especie de pantalla de visualización frontal, parecida a la que tienen los pilotos: una imagen del campo magnético impresa sobre todo lo que ven a su alrededor ", apuntó.

La idea sigue causando polémica. No menos la teoría según la cual que la biología cuántica la tenemos en nuestras propias narices.

La mayoría de los investigadores cree nuestro sentido del olfato depende únicamente de la forma que tienen las moléculas que aspiramos.

Pero el doctor Turín cree que, además de la forma, influyen las vibraciones de las moléculas, gracias a un efecto cuántico conocido como efecto túnel.

La idea sostiene que los electrones en los receptores de la nariz desaparecen en un lado de una molécula olfativa y reaparecen en el otro, dejando un poco de energía en el proceso.

Algunos investigadores sugieren
que los petirrojos tienen una especie
de imagen del campo magnético impresa
sobre todo lo que ven a su alrededor
Un artículo publicado en Plos One esta semana explica que las personas somos capaces de diferenciar dos moléculas de idéntica forma pero con diferentes vibraciones, lo que sugiere que la forma no es el único factor implicado en el proceso.

Lo que intriga a los investigadores es el alcance que puede tener la cuántica en los fenómenos de la naturaleza.

"No sabemos si estas tres áreas nos están introduciendo a todo un mundo por descubrir, o si realmente no hay nada debajo" –afirmó el doctor Turín. "No lo sabremos hasta que lo veamos"
'Sumamente importante'

Este tipo de fenómeno ha suscitado un gran interés a nivel global. En 2012, la Fundación Europea de la Ciencia puso en marcha su programa Farquest, con el objetivo de crear una estructura de investigación cuántica a nivel europeo en la que la biología cuántica juega un papel muy importante.

Por otra parte, la Agencia de proyectos de investigación avanzados del departamento de Defensa de Estados Unidos (Darpa), estableció una red nacional de biología cuántica en 2010, y departamentos dedicados al tema están surgiendo en una gran cantidad de países que van desde Alemania a India.

Una mejor comprensión del olfato podría impulsar enormemente el negocio de la perfumería, con la creación de fragancias más personalizadas.

De igual manera, entender los trucos de la naturaleza podría contribuir al desarrollo de la próxima generación de computadoras cuánticas.

Pero el estudio de la biología cuántica puede tener repercusiones todavía mucho más profundas.

Simon Gane, un investigador del Royal National Throat, Nose and Ear Hospitaly autor principal del artículo publicado en Plos One, explicó que los pequeños receptores de nuestra nariz se conocen comúnmente como receptores acoplados a proteínas G.

"Son una subfamilia de los receptores que tenemos en todas las células de nuestro cuerpo, hacen parte de los retos implicados en el desarrollo de nuevas medicinas", explicó.

"¿Qué pasa si existe una interacción receptor-droga que simplemente no estamos notando por no pensar que se puede tratar de un efecto cuántico? Un descubrimiento semejante podría tener profundas implicaciones en el desarrollo, la creación y el descubrimiento de fármacos".

Jim Al-Khalili, de la Universidad de Surrey, está investigando la posibilidad de que el efecto túnel se produzca durante mutaciones en nuestro ADN - una pregunta que puede ser relevante para comprender la evolución de la vida misma, o para la lucha contra el cáncer.

Como le dijo el científico le dijo a la BBC: "si descubrimos que el efecto túnel está presente en las mutaciones, existe la posibilidad de que la física cuántica pueda explicar por qué una célula se vuelve cancerosa.

"Este sinfín de opciones -añadió- te hace pensar en la posibilidad de que la física cuántica no sea únicamente nuestra pesadilla de secundaria, o un campo de estudio alternativo liderado por un grupo de personas con ideas estrafalarias. Si realmente puede ayudar a responder algunas de las preguntas más importantes de la naturaleza, se convertiría en una ciencia sumamente importante".

Fuente

Un investigador asegura haber creado embriones de ratones con genes de neandertal

Un científico de EEUU analiza un gen que diferenciaba a neandertales y sapiens y es clave para el desarrollo del cerebro, aunque también provoca autismo

Embriones de ratón usados en el estudio. Las zonas azules indican dónde se activa el gen humano AUTS2 durante el desarrollo. Ahituv dice haber creado embriones similares con la variante neandertal del gen.

Un científico de EEUU asegura haber creado embriones de ratones que llevan en su cerebro genes neandertales. El objetivo de su estudio, aún no publicado, es aclarar qué regiones del ADN humano fueron responsables de la aparición de nuestra especie, los Homo sapiens.

“Estamos desarrollando experimentos en los que comparamos las versiones neandertal y humana de elementos reguladores específicos para ver si causan diferencias funcionales”, explica a Materia Nadav Ahituv, investigador de la Universidad de California en San Francisco. El trabajo no tendría nada de especial si no fuera por que los embriones de ratón de Ahituv llevarían en sus células ADN que existió por última vez hace unos 30.000 años, cuando vivieron los últimos neandertales.

El investigador se centra en AUTS2, un gen que en los humanos actuales desencadena autismo y otras enfermedades neurológicas si está mutado. El trabajo de Ahituv demuestra que las versiones sanas de AUTS2 son claves para el correcto desarrollo del cerebro. Además, la versión de este gen que llevamos los humanos modernos es muy diferente de la que tenían los neandertales, por lo que podría explicar qué hace únicas a estas dos especies.

¿Es el autismo un precio evolutivo que los sapiens tuvieron que pagar a cambio de desarrollar el cerebro más complejo que se conoce? “Es una posibilidad, aunque hace falta más investigación para comprobarlo”, señala Ahituv. “Es muy interesante que otros genes como DYRK1A, NRG3 y CADPS2, que son muy importantes para la capacidad cognitiva humana y la interacción social, también sean muy diferentes entre humanos modernos y neandertales”, añade.
Como dos gotas de agua

Durante más de siglo y medio, la única manera de comparar a los humanos modernos con sus primos neandertales fue estudiar sus fósiles. Al principio las comparaciones fueron insultantes y dibujaron un neandertal bruto, encorvado, primitivo, inferior. En las últimas décadas esa visión se ha derrumbado y los nuevos hallazgos han demostrado que los neandertales eran excepcionales cazadores, podían hablar, enterraban a sus muertos e incluso creaban símbolos que apuntan hacia un pensamiento complejo. Tanta era la similitud entre ambas especies que tuvieron hijos híbridos como resultado de miles de cruces. No obstante, aquella especie que vivió durante más de 200.000 años en Europa se extinguió poco después de que los sapiens llegaran al continente, sin que se sepa muy bien por qué.

En la primera década de este siglo, un puñado de científicos comenzó a rescatar ADN de restos humanos cada vez más antiguos hasta que, en 2010, pudieron extraer el genoma completo del neandertal a partir de varios fósiles. Frente a frente, los sapiens y los neandertales resultaron compartir como poco el 99,5% de su genoma, casi dos gotas de agua en el mar de la evolución. Hasta un 4% de todo el ADN de los sapiens es neandertal, demostraron los datos. Los científicos de medio mundo se lanzaron entonces a una carrera para ser los primeros en identificar qué genes fueron los responsables de crear dos especies distintas partiendo de un genoma casi idéntico.

La comparación delató en torno a una docena de genes diferentes entre ambas especies. Los cambios más llamativos se daban en aquellos relacionados con el desarrollo cerebral y uno de los más destacados era AUTS2. De hecho este gen era el que más cambios parecía haber acumulado desde que neandertales y sapiens se separaron como especies, es decir, una gran diana para desentrañar qué hizo sapiens a los sapiens.

En un nuevo estudio publicado en PLOS Genetics, Ahituv desvela cómo funciona este gen. El equipo ha estudiado el AUTS2 y sus defectos en el desarrollo usando peces cebra y ratones. Cuando AUTS2 está dañado, los peces sufren serios problemas cognitivos. Cuando el funcionamiento del gen se bloquea, los animales desarrollan menos neuronas y cabezas más pequeñas que otros sanos.
Cerebro de ratón, ADN de neandertal

La clave de la dualidad AUST2 parece estar en unas zonas llamadas regiones reguladoras. Se trata de fragmentos de ADN que en condiciones normales intensifican el funcionamiento del gen y cuando están dañadas lo desbaratan. Los enfermos de autismo examinados por Ahituv tenían defectos en algunas de esas regiones. Por el contrario las versiones intactas de esas regiones favorecen el desarrollo cerebral si se inyectan en embriones de ratón. Lo más interesante es que es en estas regiones reguladoras donde hay más diferencias entre sapiens y neandertales.

Ahora Ahituv quiere averiguar qué efecto tiene para los ratones llevar en el cerebro la versión sapiens o la neandertal. Para ello dice haber creado embriones que llevan la versión neandertal del AUTS2, un gen que existió por última vez hace unos 30.000 años. A simple vista, señala, el aspecto de los embriones con ADN sapiens es muy parecido a los que llevan material genético neandertal. Tras esa aparente similitud pueden estar sucediendo procesos biológicos que den nuevas pistas sobre los cerebros de una y otra especie, aunque “aún es demasiado pronto para saberlo”, reconoce Ahituv, que aún no ha recabado datos suficientes como para publicar un estudio sobre el tema. Su equipo se limita a estudiar el desarrollo embrionario, así que sus embriones de ratones neandertalizados son eliminados a los 12 días de desarrollo.

Otros equipos trabajan para crear colonias de ratones neandertalizados adultos. Uno de ellos es el del genetista Carles Lalueza-Fox, que fue uno de los expertos que participó en la secuenciación del genoma neandertal. “Sería increíble ver un animal vivo con funciones producidas por un gen neandertal”, reconoce el experto. Su equipo está desarrollando esos ratones. Primero hay que lograr un ratón Knock-out, es decir, que tenga uno de sus genes noqueados, sin función. En un segundo paso se generaría un Knock-in, es decir, en lugar del gen de ratón que se noqueó se introduce uno de neandertal. “Es un proceso que lleva unos tres años así que en 2013 podrían aparecer los primeros ejemplos”, asegura.

Lalueza-Fox reconoce una gran incógnita en todos estos estudios, incluido el de Ahituv. “Es posible que los cambios genéticos generados no tengan un resultado observable”. En tal caso, el secreto evolutivo de ambas especies seguiría siendo un misterio durante muchos años.

Fuente

Identifican al antepasado del cocodrilo, uno de los depredadores más antiguos

Un equipo de paleontólogos de la Universidad de Edimburgo han identificado a uno de los más antiguos depredadores. Esta especie, conocida como 'Tyrannoneustes lythrodectikos' vivía hace 165 millones de años y se alimentaba de presas tan grandes o más que él mismo.


Este trabajo, publicado en 'Journal of Systematic Paleontology', señala que el depredador está emparentado con un cocodrilo marino, aunque su cuerpo era una mezcla entre tiburón y delfín.

El autor principal, Mark Young, ha señalado que "el Tyrannoneustes lythrodectikos es el más antiguo macrófago conocido", es decir, un animal que se ha adaptado a alimentarse de presas de gran cuerpo.

Del mismo modo, ha indicado que también se le puede clasificar dentro del término "metriorrínquido", que se refiere a un grupo de cocodrilos marinos que eran superficialmente similares a los delfines de ahora. "Carecían de armadura ósea, tenía extremidades anteriores como aletas y una gran cola", ha explicado.

Así, este animal evolucionó a partir de especies que "eran depredadores oportunistas de presas pequeñas que se movían muy rápido". Estos cazadores marinos tenían hocicos estrechos y dientes múltiples, pero los dientes de sierra no eran como los del Tyrannoneustes lythrodectikos, que también tenía una boca de grandes dimensiones.

Para llegar a estas conclusiones, Young y sus colegas estudiaron los restos de este animal, que se encuentran en la Formación Oxford Clay (Reino Unido), una formación jurásica de roca sedimentaria marina que subyace en el sureste de Inglaterra. Los restos han estado almacenados durante un tiempo en el Museo Hunterian de Glasgow.

Sigue siendo un misterio qué comía exactamente
Young ha señalado que durante el Caloviano Medio, hace 165 millones de años, gran parte de Europa estaba cubierta por un mar poco profundo creando una cadena de islas de grandes a pequeñas. El Tyrannoneustes vivía en este mar poco profundo, junto con numerosos otros reptiles marinos.

Estos reptiles incluían a pliosaurios, plesiosaurios e ictiosaurios. Los pliosaurios gigantes eran incluso más grandes que Tyrannoneustes lythrodectikos, por lo que, según ha apuntado el investigador, podría haber habido formidables combates entre las especies.

La investigación continúa, ya que, hasta ahora no ha sido localizado el contenido del estómago del nadador tirano, así que sigue siendo un misterio lo qué comía exactamente.

Fuente

lunes, 28 de enero de 2013

Nuestras abuelas eran más fuertes

La raza humana se está volviendo más débil, a causa del sedentarismo y las dietas pobres. Esto nos expone a ataques del ambiente, como virus y contaminación.


Nuestro planeta está cada vez más habitado: signo que la multiplicación de la especie no mostró retrasos en el tiempo. ¿Pero se puede decir lo mismo de la mayor salud y fuerza de los seres humanos? Tal vez no.

No obstante los progresos de la medicina y el progreso en general, al parecer la raza humana no está mejor que hace un tiempo. Da que pensar lo contrario, dado que se debería ir siempre hacia una mejor selección y evolución de la especie. En cambio, en base a lo que surge de un estudio, las cosas no son realmente así.

En cuanto a la salud, basta mirar alrededor para darse cuenta que las personas en realidad no están demasiado bien. Por otra parte somos el espejo del ambiente que nos rodea: y si éste está cada vez más enfermo, no podemos mantenernos fuera, dado que somos interdependientes.

Pero de lo que hoy hablamos es de la fuerza muscular que, según un estudio conducido por investigadores de la University of South Australia, está en neta disminución.

En particular, se descubrió que las mujeres de hoy son decididamente más débiles que sus abuelas –pero tampoco los hombres la pasan mejor.

El Dr. Grant Tomkinson y sus colegas verificaron que desde los 80's a hoy la resistencia muscular disminuyó de un 8% a 10% en promedio. Y las más afectadas serían las mujeres.

Según la fisioterapista londinense Sammy Margo, estamos asistiendo a una verdadera y propia epidemia de mujeres débiles que no tienen fuerza muscular, informa el Daily Mail. Hay mujeres delgadas que no tienen músculos que sostengan la columna vertebral, y señoras con sobrepeso que no disponen de músculos bajo la grasa, afirma Margo.

Entre los valores culpables de esta situación, los expertos hipotizan que esté el sedentarismo –y de consecuencia, la no ejercitación de los músculos–, la manía de ser cada vez más flacos y la consecuente dieta pobre e incorrecta: prácticamente un estilo de vida incorrecto.

Sea cual fuere la causa, la mayor debilidad de las personas puede ser fuente de distintos problemas de salud, sobre todo cuando se trata de hacer frente a los ataques del ambiente como virus, bacterias, contaminación y demás. Tal vez sea hora de comenzar a preocuparnos.

Fuente

La monogamia del mono búho y la evolución del hombre

Los resultados ponen de relieve cómo la monogamia y los vínculos de pareja, formaciones sociales relativamente raras entre los mamíferos, pueden beneficiar a ciertas personas, tal y como señalan los autores

Los monos búho que poseen una pareja se reproducen más que los que tienen múltiples parejas, una especie de monogamia que puede tener implicación en la comprensión de cómo han evolucionado los patrones de relación entre los hombres, según un estudio de la Universidad de Pennsylvania (Estados Unidos), publicado en ‘Plos One’.

Los resultados ponen de relieve cómo la monogamia y los vínculos de pareja, formaciones sociales relativamente raras entre los mamíferos, pueden beneficiar a ciertas personas, tal y como señalan los autores, Eduardo Fernández-Duque, profesor asociado en el Departamento de Antropología de Penn, y Maren Huck, que terminó una beca postdoctoral en el laboratorio de Fernández-Duque y ahora es profesor en la Universidad de Derby (Reino Unido).

Desde 1997, Fernández-Duque y sus colegas han monitoreado una población de monos búho en una parte de la región del Chaco en Argentina y sus observaciones de comportamiento, datos demográficos y toma de muestras fisiológicas, que ha proporcionado datos de 16 años de observación de 18 grupos de monos búho, lo que supone un total de 154 animales de esta especie, que viven en grupos monógamos que consisten en un hombre adulto, una mujer adulta y su descendencia y cuyos jóvenes se dispersan desde el grupo alrededor de los 3 o 4 años.

En 2008, Fernández-Duque y sus colegas publicaron un artículo que informaba, por primera vez, la presencia de un llamado “flotador” individual, que atacó al macho de una pareja y, esencialmente, lo reemplazó como compañero y proveedor de cuidado infantil. El equipo ahora demuestra que esta usurpación de sus compañeros es un hecho común, al documentar sustituciones en los grupso que observaron.

Los reemplazos a menudo se producen con peleas dramáticas, algunas de las cuales terminaron fatalmente con el desalojado, algo que, según Fernández-Duque es de gran interés en la competencia por un puesto reproductivo. Según las conclusiones de las observaciones de los reemplazos, tener un socio o un compañero expulsado perjudica el éxito reproductivo de la pareja restante. “Lo que estamos mostrando es que si te las arreglas para estar con la misma pareja puedes producir más bebés que si te ves obligado a cambiar de pareja”, dijo Fernández-Duque.

Los científicos suponen que podría tener que ver con un retraso en la reproducción debido al hecho de que los monos hembra del búho en Argentina por lo general sólo conciben entre marzo y mayo. También es posible que el retraso se debe a que los dos individuos toman tiempo para evaluarse unos a otros antes de reproducirse, dado el importante compromiso de cuidado infantil que tanto los machos como las hembras tienen.

Los resultados demuestran que, para los monos búho, a largo plazo, la monogamia y la vinculación en pareja mejora la aptitud reproductiva. Los estudios de Fernández-Duque en monos en Argentina y su colaboración en la investigación sobre la monogamia en mnos tití y sakí de Ecuador están ayudando a los científicos a entender los factores ecológicos y biológicos que dieron origen a vínculos de pareja en los primates no humanos y seres humanos.

“Hay cierto consenso entre los antropólogos de que los pares deben haber jugado un papel importante en el origen de las sociedades humanas –dijo Fernández-Duque–. Llámalo amor, llámalo amistad, llámese matrimonio, hay algo en nuestra biología que conduce a este vínculo duradero, emocional entre dos personas que está muy extendida entre las sociedades humanas”.

Fuente

Video: Un grupo de delfines intenta salvar a un congénere moribundo

Es el primer caso registrado de un grupo de delfines que se reúne para intentar salvar a otro de su especie

Biólogos marinos surcoreanos han mostrado pruebas de que los delfines son capaces de aunar esfuerzos para ayudar a un miembro enfermo de su grupo.

Especialistas del Instituto de Investigación de Cetáceos de la ciudad de Ulsan, Corea del Sur, han observado a un grupo de delfines en el mar de Japón que estaban usando sus cuerpos para mantener a flote a un miembro de su 'manada' moribundo, formando una especie de balsa.

El animal, una hembra, estaba en peligro mortal y no podía mantener el rumbo en línea recta en el agua, yendo de un lado a otro y en ocasiones dando vueltas. Según las observaciones de los biólogos, esto podría deberse a que sus aletas pectorales estaban paralizadas.

Más tarde, el animal dejó de respirar y mientras que siete de los 12 delfines que la rodeaban decidieron irse, otros cinco se quedaron con ella tocando su cuerpo con sus hocicos hasta que se hundió.

Los científicos creen que esto podría demostrar que los delfines entienden cuándo sus congéneres están sufriendo y pueden sentir empatía, es decir, imaginarse a sí mismos en la situación del otro delfín.

Aunque ya se habían conocido casos en los que un delfín ayuda a otro de forma individual, como por ejemplo el de un delfín madre ayudando a su cría, este es el primer caso registrado de un grupo de delfines que se reúne para intentar salvar a otro miembro de su especie.


Fuente

sábado, 26 de enero de 2013

Isauria, el primer dinosaurio de México

Científicos mexicanos identificaron una nueva especie de dinosaurio, que bautizaron con el sobrenombre de Isauria, habitante de amplios parajes de lo que es hoy el norteño estado de Coahuila hace 73 millones de años, durante el período Cretácico.

Los primeros vestigios de este animal fueron hallados en 1987 por paleontólogos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) en el Cerro del Pueblo, en Coahuila, noroeste del país, en la frontera con Estados Unidos.

Los expertos recuperaron el 65 por ciento de un ejemplar, que medía más de seis metros de largo y tres de alto. Pesaba unas tres toneladas y perteneció al género Gruyposaurus.

En un artículo publicado en la revista Historical Biology: An International Journal of Paleobiology, los especialistas Albert Prieto-Márquez y Claudia Serrano explicaron que Isauria, cuyo nombre científico es "Latirhinius uitstlani" poseía una prominente nariz que le permitía gozar de un excelente olfato.

Se distinguió de otros hadrosaurios, excepto el Gryposaurus, por su amplio agujero nasal y una cresta anterodorsal usada para albergar tejido blando, una especie de vejiga inflable que le permitía el rastreo, reconocimiento y comunicación en general. El dinosaurio mexicano tenía también como atributos sus sólidas extremidades posteriores, que finalizaban en tres dedos, y extremidades frontales relativamente más pequeñas y delgadas.

Esta característica permitía a Isauria caminar normalmente en cuatro patas pero aumentar su potencia y correr en dos cuando necesitaba elevar la velocidad. La cola posterior le añadía más intensidad además de equilibrar sus movimientos, según declaró el experto al portal Discovery News.


Fuente

El vecino neandertal ¿Hasta qué punto eran diferentes de nosotros?

Fuimos vecinos durante diez mil años. Nadie sabe con seguridad qué tal nos llevábamos -probablemente mal, muy mal-, pero durante esos cien siglos nuestros antepasados compartieron Europa con los neandertales, otros seres humanos tremendamente parecidos y tremendamente diferentes, según cómo se mire: la ciencia, de hecho, todavía no ha resuelto de manera definitiva si es más acertado contemplarlos como otra especie o como una rama distinta del Homo sapiens. Su tiempo de esplendor había arrancado hace unos 125.000 años y se extendió hasta hace 40.000, cuando llegaron a través de Oriente Próximo unos inmigrantes del sur, originarios de África, con facciones diferentes y otra tecnología: los cromañones, aquellos remotos abuelos nuestros, fueron ganando terreno mientras los neandertales iniciaban una decadencia que les llevó a desaparecer hace unos 30.000 años, de forma tajante y misteriosa. Uno de sus últimos refugios conocidos fue Gibraltar.

Desaparecieron hasta ahora, claro. El genetista George Church, de la Universidad de Harvard, ha puesto sobre la mesa un debate apasionante: no es que vaya a hacerse pasado mañana, como parecen apuntar algunas informaciones de los últimos días, pero los avances en el estudio de su genoma nos acercan ya a la posibilidad de clonar neandertales. Y Church insiste en que conviene entablar una «discusión tranquila» sobre las implicaciones que podría tener ese paso. La puerta abierta por el experto estadounidense invita también a fantasear: ¿con qué tipo de personas nos encontraríamos si los neandertales volviesen a ser nuestros vecinos? Nuestra idea de su apariencia está marcada por décadas de representaciones en las que aparecen semidesnudos, con un garrote en la mano y gesto de brutalidad o estupor, pero también viene de antiguo la corriente que relativiza ese estereotipo: ya en 1939, el antropólogo Carleton Coon -otro que dio clase en Harvard- dibujó a un neandertal con corbata, sombrero y el pelo bien cortado, como un oficinista cansado de camino a casa.

«Si vestimos a un neandertal con un traje actual, no sería fácil distinguirlo a menos que uno se fijase mucho. Si eres curioso, a lo mejor te llamaría la atención la forma de la cara, sobre todo de perfil, pero habría que fijarse expresamente. El cuerpo es más ancho, pero eso con ropa no se notaría demasiado, y aun sin ropa costaría: también hay individuos en nuestra especie con esas características», explica José María Bermúdez de Castro, uno de los tres codirectores del yacimiento de Atapuerca y coordinador del programa de Paleobiología del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana. Seguro que los cromañones, menos preparados para la diversidad que nosotros, experimentaron un impacto mucho mayor al toparse con aquellos desconocidos de tez más clara que la suya, entre los que había rubios y pelirrojos. Los rasgos más destacados del neandertal son el toro supraorbitario -esos arcos sobre los ojos, a modo de visera de hueso-, cierta protuberancia en la parte posterior del cráneo, la frente aplanada, la nariz grande y la falta de barbilla, como si la zona central de la cara se hubiese proyectado hacia delante.

«Nos podríamos fijar en su extremada robustez, en su cabeza muy grande, los movimientos también serían distintos -enumera Eudald Carbonell, otro de los responsables del yacimiento burgalés y director del Instituto Catalán de Paleoecología Humana y Evolución Social-, pero en general, si no vamos a los extremos, se trata de una variabilidad que podemos encontrar en personas de nuestra especie». Su constitución anatómica, desde luego, no les impediría incorporarse con plenitud a la vida contemporánea: «Un neandertal normal -asegura Bermúdez de Castro- puede hacer lo mismo que nosotros: ponerse ante un ordenador, conducir un coche, usar maquinaria...».

Una especie moderna

Más complicado resulta pronunciarse de manera inequívoca sobre su capacidad intelectual: sabemos, por los cráneos, que su cerebro era igual de grande o mayor que el nuestro, pero para hacernos una idea de sus capacidades cognitivas hemos de recurrir a los vestigios de su actividad. Hacían fuego y lo mantenían encendido durante mucho tiempo, construían herramientas tan complejas como sus contemporáneos sapiens, utilizaban materiales como la madera y enterraban a sus muertos, pero de momento no se ha encontrado ninguna muestra de arte neandertal. Se asume, además, que disponían al menos de una forma rudimentaria de lenguaje. «Hace 30.000 años -sintetiza Carbonell-, las conductas de los neandertales y las nuestras eran similares. La configuración del espacio, de las formas de vivir, era igual. Hablamos de una especie moderna, no arcaica».

Incluso hay quienes se han lanzado a analizar su manera de ver la vida. En el libro 'How To Think Like A Neanderthal' ('Cómo pensar como un neandertal'), el antropólogo Thomas Wynn y el psicólogo Frederick Coolidge les atribuyen rasgos más o menos previsibles como el pragmatismo, el estoicismo o la resistencia al cambio, pero también se refieren a esa compasión que les llevaba a cuidar de los discapacitados de su familia o su comunidad, como el denominado 'tullido de Shanidar'. Los autores se atreven incluso a pronunciarse sobre los oficios más indicados para un neandertal criado en la sociedad contemporánea, como pescador, mecánico, médico o soldado. Más allá de ese ejercicio de especulación, ameno pero aventurado, Wynn y Coolidge se muestran convencidos de que «los neandertales eran tan similares a nosotros que deberíamos adoptar como punto de partida que no eran diferentes».

De hecho, nosotros también somos un poco neandertales. Esa contraposición clásica entre 'ellos' y 'nosotros', entre nuestros ancestros y sus vecinos distintos, exige una matización: un pequeño porcentaje del genoma del Homo sapiens eurasiático tiene origen neandertal, y eso se interpreta como una muestra de que hubo hibridación, es decir, parejas mixtas que forman parte de nuestro árbol genealógico. «No están totalmente extinguidos. En algunos de nosotros siguen viviendo un poquito», dice Svante Pääbo, el biólogo sueco que lidera la secuenciación del genoma neandertal. «Son unas gotas de agua en una piscina», compara Bermúdez de Castro. Algunos científicos proponen explicaciones alternativas, que se remontan al antecesor común de hace 500.000 años, y también hay voces que vuelven del revés el argumento, como el propio Eudald Carbonell: «Ese uno, dos o tres por ciento de material genético es más bien la prueba de que prácticamente no hubo contacto», valora.

En cualquier caso, por mucho que en algún momento se produjese roce íntimo entre miembros de las dos especies, da un poco de miedo pensar cómo podría ser la convivencia con unos neandertales 'resucitados' por los científicos: «Tendríamos que alcanzar una conciencia de especie que aún no tenemos -comenta Carbonell-. Me acuerdo de cuando leía 'Hazañas bélicas' y los americanos llamaban a los japoneses 'monos amarillos', y hoy sigue habiendo confrontación en nuestra especie y nos discriminamos por los ojos más rasgados o el color de la piel. ¿Qué pasaría con los neandertales?».

Fuente

Encuentran fósil de 110 millones de años


México. El Museo de Paleontología Eliseo Palacios Aguilera, dio a conocer el hallazgo de dos fósiles de pez de aproximadamente 110 millones de años, que provienen de una localidad denominada “El Chango”, en el municipio de Ocozocoautla.

Pepemkay maya y Zoqueichthys carolinae, dedicadas a las culturas Maya y Zoque respectivamente, son los nuevos reportes de peces óseos. Este hallazgo es único a nivel Latinoamérica, explicó Bruno Than Marchese, Técnico de la Colección Científica Paleontológica.

“Gracias a los trabajos que se han hecho con por medio del proyecto de protección y resguardo del patrimonio paleontológico, con otras instituciones de nivel nacional se pudo obtener esos ejemplares y con la maravillosa novedad de que son nuevas especies, de un grupo muy extraño, muy raro en el registro fósil que se ha encontrado en México”.

Estos acato morfos son parientes de la mojarra actual, cuya familia oscila entre 14 mil especies vivas representantes de un tercio de todos los vertebrados actuales.

“Encontrar nuevas especies contribuye tanto al estudio geográfico como taxonómico y resolver algunas incógnitas que tiene el registro fósil, porque son muy raros estos ejemplares”. Estos peces aún viven y se encuentran en el Océano Pacífico, Atlántico y el Mar Índigo y habitan profundidades de 100 a mil 500 metros, cuya diferencia con el resto de los peces es que éstos no cuentan con espinas.

Fuente

El VIH/sida tiene origen prehistórico

Un estudio sobre la evolución del sistema inmune de los monos y primates reveló que el virus apareció entre cinco y 12 millones de años atrás.


El VIH/sida tiene sus orígenes en la prehistoria, así lo señala un estudio reciente llevado a cabo por científicos de la ciudad de Seattle, en Estados Unidos, el cual desmorona la teoría de que la enfermedad apareció durante el siglo XX.

La comunidad científica ya había corroborado que virus similares, conocidos como lentivirus, se hallaban presentes en monos y primates mucho antes que en el ser humano. El nuevo estudio genético demostró que el virus hizo su primera aparición entre cinco y 12 millones de años atrás.

Científicos en la Universidad de Washington, en Seattle, y el Centro Fred Hutchinson para la Investigación del Cáncer estudiaron el virus del tipo VIH en una cantidad determinada de primates, como chimpancés, gorilas, orangutanes y macacos.

Los cambios en los genes que han evolucionado en el sistema inmune de los monos y los primates en África sugieren que dichos virus aparecieron entre cinco a 12 millones de años atrás.

La investigación, publicada en el diario PLOS Pathogens, da pistas respecto a cómo evolucionó el sistema inmune de nuestros parientes más cercanos, lo que abriría nuevos caminos en la lucha contra la enfermedad.

El doctor Michael Emerman, del Centro Fred Hutchinson para la Investigación del Cáncer, aseguró que “el estudio revela que, aunque los lentivirus presentes en los primates han tenido consecuencias para la salud del ser humano moderno, dichos tipos de virus tienen orígenes ancestrales, en nuestros parientes primates no humanos”.

Para el doctor Sam Wilson, del Consejo de Investigación Médica de la Universidad de Glasgow, “este tipo de investigaciones ayuda a entender mejor cómo funciona este virus”.

“La esperanza que tenemos es que, algún día, esto va a significar más y mejores terapias para combatir el sida”, abundó.

Actualmente el virus del VIH afecta a más de 34 millones de personas alrededor del mundo.

La enfermedad emergió durante el siglo XX, luego de que el virus del VIH “saltara” de los chimpancés hacia los seres humanos.

Pero ahora los científicos creen que se había subestimado la antigüedad de la existencia del virus en los primates.

NUEVAS ESPECIES

Dos nuevos géneros de peces fósiles, con una antigüedad de 110 millones de años, fueron encontrados en la localidad El Chango, del municipio de Ocozocuautla de Espinosa (Coita), Chiapas, únicos hasta el momento en el continente americano, informó la Secretaría de Medio Ambiente e Historia Natural (SEMAHN) estatal.

Marco Antonio Coutiño, director de Paleontología de la SEMAHN, precisó que los fósiles fueron sometidos a diversos estudios que establecieron que se trata de nuevos géneros y especies, asignándoles nombres distintivos a otras del sur mexicano.

Esos peces pertenecen al su-perorden Acantomorpha, pariente de la mojarra actual y que según el experto corresponde a una tercera parte de los vertebrados sobrevivientes, lo que significa unas 14 mil especies que habitan los oceanos Pacífico, Atlántico y mar Índigo a profundidades de 100 a mil 500 metros. La diferencia es que la especie encontrada no tiene espinas.

Los fósiles, que son de un grupo muy raro, fueron denominados Pepemkay maya y Zoqueichthys carolinae, plasmando una dedicatoria especial a las culturas maya y zoque del sur mexicano.

Los restos fosilizados del Pepemkay maya son un cráneo sin espina, una aleta dorsal con cinco espinas y ocho rayos blandos, mientras que el Zoqueichthys carolinae presenta una cresta plana, cuyas aletas pélvica y pectoral presentan ocho y 12 rayos blandos.

Estos ejemplares representan el primer registro en el continente americano, manteniéndose por el momento bajo resguardo en la colección paleontológica de la SEMAHN, aunque en breve tiempo serán exhibidos en el Museo Paleontológico de Chiapas.

Fuente

viernes, 25 de enero de 2013

Un error de traducción: "no promuevo clonar neandertales"

El científico estadounidense que según la revista inglesa Daily Mail buscaba una mujer “que quiera dar a luz a un Neandertal” ha negado tal propósito y ha explicado que el malentendido se ha debido a un error de traducción de los periodistas de habla inglesa que tomaron una entrevista suya en alemán. "Solo dije que si es técnicamente posible a futuro, necesitamos hablarlo hoy", afirmó el genetista George M. Church.

“Un genetista del prestigioso centro de estudios cree que la inteligencia superior de esta especie puede aportar nuevas miradas a situaciones complejas para la humanidad”. Afirmaba la revista inglesa que daba por hecho que se buscaba una madre para dar a luz a un clonado “bebé de las cavernas”.

El científico de Estados Unidos ha salido a desmentir tales afirmaciones después de que varios medios escribieran acerca de cómo el experto se encontraba buscando a una mujer para que fuera la madre de un clon de una especie de ser humano que vivió hace 33.000 años. George M. Crouch cree que se trata de un error de traducción de una entrevista que hizo al diario alemán Der Spiegel.

"Estoy seguro de que no estoy promoviendo el clonar neandertales" señaló Church al The Boston Herald. "Solo dije que si es técnicamente posible a futuro, necesitamos hablarlo hoy". Church había trabajado en la genética para “mejorar la salud, no en reproducir seres humanos prehistóricos”, y afirmó que prefería usar el malentendido como un "momento educacional para hablar del periodismo y la tecnología".

El hombre de Neandertal (Homo neanderthalensis) es una especie extinta del género Homo que habitó Europa y partes de Asia occidental desde hace 230 000 hasta 28 000 años atrás, durante el Pleistoceno medio y superior y culturalmente integrada en el Paleolítico medio. En un período de aproximadamente 5000 años se cree que convivió paralelamente en los mismos territorios europeos con el Hombre de Cro-Magnon, los primeros hombres modernos en Europa.

Fuente

Hallan un nuevo dinosaurio con alas

Muy parecido a un pájaro, este pequeño ser emplumado pero incapaz de volar da un giro a las teorías más aceptadas sobre el origen de las aves

Investigadores de la Universidad de Southampton han descubierto en el noreste de China un nuevo dinosaurio con aspecto de ave del período Jurásico que desafía las teorías sobre el origen del vuelo ampliamente aceptadas por la comunidad científica. Este ser emplumado, de 30 cm de longitud, es anterior a los dinosaurios similares de los cuales se ha creído durante mucho tiempo habían evolucionado los pájaros.

Durante muchos años, ha sido aceptado entre los paleontólogos que las aves evolucionaron a partir de un grupo de dinosaurios terópodos del Cretácico Inferior, hace alrededor de unos 120 o 130 millones de años. Recientes descubrimientos de dinosaurios emplumados del período Jurásico tardío han reforzado esta teoría.

Sin embargo, el nuevo «dinosaurio-ave» Eosinopteryx descrito en la revista Nature Communications esta semana proporciona una evidencia adicional en este sentido. «Este descubrimiento arroja dudas sobre la teoría de que el famoso fósil de Archaeopteryx - o "primer pájaro", como se denomina a veces- fue fundamental en la evolución de las aves modernas», dice Gareth Dyke, del Centro Nacional de Oceanografía, Southampton.
Incapaz de volar

«Nuestros hallazgos sugieren que el origen del vuelo era mucho más complejo de lo que se pensaba». Los restos fosilizados encontrados en China indican que, si bien emplumado, se trataba de un dinosaurio incapaz de volar, por su pequeña envergadura y una estructura ósea que restringía su capacidad de batir las alas.

El dinosaurio, de curioso aspecto, también tenía los dedos adecuados para caminar por el suelo y un menor número de plumas en la cola y las patas, lo que habría facilitado que echara a correr.

Fuente

Los perros dejaron de ser lobos hurgando en la basura de los humanos

Los restos que dejaban los primeros hombres que desarrollaron la agricultura les atrajeron y contribuyeron a su domesticación


Londres. (EFE).- Los cambios en la dieta de los ancestros de los perros, los lobos, que empezaron a consumir alimentos ricos en almidón con el desarrollo de la agricultura, fueron "cruciales" en su domesticación hace 10.000 años, según un estudio publicado por Nature.

Un equipo de investigadores de la Universidad de Uppsala, en Suecia, apunta que los genes de estos lobos "se adaptaron" a una dieta que dejó de basarse únicamente en la carne para asimilar alimentos con alto contenido de almidón.

El almidón es una molécula presente en las plantas y constituye aproximadamente entre el 70 y el 80 por ciento de las calorías que los humanos consumen en todo el mundo, un elemento que estos animales incluyeron en su menú en la misma época en que los primeros hombres comenzaron a desarrollar sus cultivos.

"Los restos de los humanos, incluyendo los alimentos ricos en almidón, pueden haber atraído a estos lobos hacia nosotros. Esto significa que la comida puede haber iniciado el proceso de domesticación", explica Erik Axelsson, autor del artículo.

Tanto humanos como lobos adaptaron sus genes para poder ingerir este alimento habitual en el entorno y poder sobrevivir, y la preferencia por el almidón acercó a los primeros perros hacia los asentamientos, un proceso que cambió incluso su comportamiento.

"Seguir el rastro hasta el poblado implica que perdieran la timidez, así no tenían que gastar energía huyendo a menudo de los humanos", apuntó Axelsson, quien asegura haber comprobado que los genes modificados por la dieta afectaron al sistema nervioso de esos animales, haciéndolos más tranquilos.

Tras la adaptación al almidón, los cachorros de lobos salvajes habrían sido adoptados por los primeros humanos sedentarios para vigilar el poblado por la noche y protegerlos de amenazas externas, una relación con la que se forjó el papel del "mejor amigo del hombre" hace 10.000 años.

Aunque el perro es presentado como el compañero fiel del hombre, el estudio sugiere que ese papel podría sido arrebatado por los gatos, cuyo acercamiento también está relacionado con la agricultura, aunque a ellos no les interesaba el grano, sino los animales que se alimentaban de él, como los ratones.

La similitud entre los aparatos digestivos de humanos y perros, reforzada con este descubrimiento, podría aportar luz a enfermedades como la diabetes, una vez que se profundice su estudio en los perros, según el experto sueco.

Fuente

jueves, 24 de enero de 2013

Así era el cerebro de ocho centímetros del dinosaurio de Cuenca

Madrid. (EFE).- Un equipo de investigadores ha reconstruido en 3D el cerebro de ocho centímetros del dinosaurio ampelosaurus hallado en 2007 en el yacimiento de Lo Hueco (Cuenca), un trabajo que ha sido posible gracias a los restos fosilizados de su cráneo, de unos 70 millones de años de antigüedad (Cretácico superior).

Los resultados se publican en la revista científica Plos One y en el estudio han participado investigadores del Museo Nacional de Ciencias Naturales (CSIC), de la Universidad Autónoma de Madrid, la Universidad Nacional de Educación a Distancia y la de Ohio (EEUU).

El ampelosaurus pertenece al grupo de los saurópodos, dinosaurios de gran tamaño que llegaron a colonizar grandes extensiones del planeta durante la Era Mesozóica (hace entre 253 millones de años y 66 millones de años), ha informado el CSIC en una nota de prensa.

En concreto, se trata de un titanosaurio, un grupo de herbívoros dominantes en la última mitad del Cretácico (última fase del Mesozoico).

Una de las conclusiones a las que han llegado los investigadores después de la reconstrucción en 3D del cerebro, es que éste podría medir ocho centímetros, frente a los 15 metros de largo del animal.

A pesar de que los ampelosaurus son fruto de una larga evolución, su cerebro no ha tenido un desarrollo significativo, ha relatado Fabien Knoll, del Museo Nacional de Ciencias Naturales.

Estos animales "no eran muy inteligentes", ha dicho este investigador, quien ha añadido que el aumento del tamaño del cerebro no ha sido favorecido durante la evolución de los saurópodos.

Los primeros saurópodos surgieron unos 160 millones de años antes de la aparición del ampelosaurus.

Otra de las cuestiones constatadas después de la reconstrucción del cerebro, es que éste tenía un oído interno pequeño.

Esto pone de manifiesto, según Knoll, que el ampelosaurus podría no estar adaptado a mover con rapidez los ojos, ni la cabeza ni el cuello.

Gracias a la reconstrucción en 3D del cerebro se ha podido conocer algo del comportamiento del animal, ha resumido.

Según una nota de la UNED, los restos encontrados y la reconstrucción del cerebro indican que el animal era lento y poco ágil.

En enero de 2012, Knoll lideró la investigación para recrear el cerebro de otro saurópodo, Spinophorosaurus nigeriensis.

La simulación en 3D de su cerebro reveló que dicho ejemplar, al contrario de lo que ha evidenciado el estudio de la caja craneana de ampelosaurus, presentaba un oído interno muy desarrollado.

"Resulta un misterio que haya tanta diversidad en el desarrollo del oído interno dentro de un grupo tan homogéneo de dinosaurios, por lo que es necesario seguir trabajando en este tema", ha afirmado.

Hasta ahora, sólo se conoce una especie de este género, Ampelosaurus atacis, que fue descubierta en Francia.

No obstante, las diferencias entre el fósil español y el francés no excluyen la posibilidad de que pudiera tratarse de dos especies diferentes.

Knoll ha subrayado que serían necesarios más restos para garantizar que se trata de otra especie.

Los fósiles que han servido para hacer la reconstrucción del cerebro en 3D se encontraron en 2007, en un yacimiento encontrado durante la ejecución de las obras del AVE Madrid-Valencia.

En esa campaña se obtuvieron 8.000 restos fósiles -no sólo de este dinosaurio, hay de otros saurópodos (la mayoría de huesos del cuerpo), de tortugas o cocodrilos-, que se siguen estudiando.


Fuente

miércoles, 23 de enero de 2013

Descubren en un museo la mascota disecada de Darwin

En una reciente visita al Museo de Historia Natural de Londres me he encontrado con una increíble historia que me gustaría compartir con todos vosotros. Trata de la pérdida y descubrimiento de la curiosa mascota adoptada por Charles Darwin en las islas Galápagos y que le acompañó a lo largo de su largo viaje en el Beagle; esa vuelta al mundo fundamental para elaborar su famosa teoría de la evolución biológica.


Era una tortuga, pero no una tortuga cualquiera. Se trataba de una cría de la tortuga gigante de la isla de Santiago, años más tarde bautizada científicamente Chelonoidis darwini en honor del insigne naturalista británico. En esa época la recolección de especímenes era fundamental para avanzar en el estudio y la catalogación de la naturaleza. Amante de los animales, Charles Darwin se encariñó con este animal y lo tuvo como mascota en su camarote desde octubre de 1835 hasta su llegada a Falmouth en octubre de 1836 tras el largo periplo.

Tuvo suerte el animal, pues sólo 4 de las 48 tortugas llevadas al Beagle se salvaron de servir de comida a la tripulación y lograron llegar vivas a Inglaterra.

Como era de prever, la tortuguita no aguantó el húmedo clima inglés y murió apenas un año después. Científico escrupuloso, Darwin entregó el cadáver de su exótica mascota al museo, donde rápidamente fue disecado y etiquetado. Pero contra todo pronóstico el ejemplar se perdió, extraviado entre las colecciones. ¿Se puede perder una valiosa tortuga disecada? Pues sí, es perfectamente posible.

La razón principal de este olvido fue que el número original de su catalogación se había escrito en la parte interior del caparazón, una zona invisible si no se abre y da la vuelta al animal disecado. Por eso, desde 1874 aparecía en los catálogos oficiales como ejemplar joven de procedencia desconocida.

Mientras hacía una lista de los reptiles colectados por Darwin en el Beagle, el conservador del museo Colin McCarthy se sentía frustrado de no encontrar entre las colecciones conservadas ninguna tortuga, algo ciertamente extraño. Así que decidió revisar todos los animales y sus etiquetas. Para su sorpresa, hace 5 años hizo un importante descubrimiento. Cuando miró la zona ventral del caparazón de este animal desconocido comprobó que tenía en sus manos a la perdida tortuga de Darwin. Así lo demostraba el registro original: Número 37.8.13.1 y lugar de recolección, James Island, ahora conocida como San Salvador o Santiago. “Ha sido uno de los momentos más excitantes de mi carrera” reconoció posteriormente Colin.

170 años después, el Museo británico muestra orgulloso esta tortuga perdida y recuperada como parte de la colección original del Beagle. Y allí la podéis ver todos los que os acerquéis a sus vitrinas, repletas de sorpresas tan curiosas como ésta que hoy os traigo al blog.

Fuente

Restos fósiles de una criatura desconocida de hace 425 millones de años

Un equipo internacional de investigadores ha descubierto restos fósiles de un animal que existió hace 425 millones de años y que pertenece a una especie y género que hasta ahora eran del todo desconocidos.

Los restos fósiles de los dos especímenes descubiertos presentan rasgos que sugieren que el género estaba emparentado evolutivamente con animales tales como cangrejos y langostas. El tamaño corporal fue muy pequeño, de unos 10 milímetros de longitud.

Los especímenes son especiales porque están excepcionalmente bien conservados y no sólo aparece el caparazón, sino también su cuerpo, incluyendo extremidades, ojos, agallas y sistema digestivo. La preservación de las partes blandas de un animal, como en este caso, es un hecho muy poco frecuente en el registro fósil y permite obtener datos, que de otro modo serían imposibles de conocer, sobre la biología y la evolución del animal en cuestión.

El hallazgo del diminuto artrópodo con caparazón fue realizado por científicos del Imperial College de Londres, y las universidades de Leicester, Oxford, y Yale, las tres primeras en el Reino Unido y la última en Estados Unidos.

El sitio del hallazgo está en un conjunto de rocas de 425 millones años de antigüedad en Herefordshire. Esas rocas datan del Período Silúrico, cuando el sur de Gran Bretaña era una zona marítima colindante con un continente pequeño, o isla gigante, situado en latitudes subtropicales del sur. Los animales marinos que allí vivían fueron cubiertos por ceniza volcánica que los preservó en condiciones bastante buenas hasta nuestros días.

Los dos ejemplares descubiertos por el equipo de David Siveter, de la Universidad de Leicester, representan una especie y género nuevos para la ciencia, recibiendo el nombre de Pauline avibella. Cabe comentar que se ha escogido "Pauline" como nombre del nuevo género en honor a la fallecida Pauline Siveter, esposa del profesor David Siveter.

Fuente

Innovador método para identificar el sexo ‘por el plumaje’ de especies arcaicas de aves

Confuciusornis sanctus, un pájaro de la era Mesozoica, de hace 125 millones de años, tuvo notables diferencias en el plumaje: algunos tenían plumas largas y otros no tenían ninguna

Un equipo internacional de paleontólogos, liderado por el director del Museo de Historia Natural del Instituto de Dinosaurios del Condado de Los Ángeles, Luis Chiappe, ha descubierto una forma de determinar el sexo de una especie de ave de dinosaurio, según un artículo publicado en 'Nature Communications'.

Confuciusornis sanctus, un pájaro de la era Mesozoica, de hace 125 millones de años, tuvo notables diferencias en el plumaje: algunos tenían plumas largas y otros no tenían ninguna, unas características que se han interpretado como el primer ejemplo de noviazgo aviar. Sin embargo, la idea de que las aves macho Confuciusornis tenían plumaje ornamental y las hembras no no se ha demostrado hasta ahora.

Chiappe y Anusuya Chinsamy, del Departamento de Ciencias Biológicas de la Universidad de Ciudad del Cabo, Sudáfrica; Jesús Marugán-Lobón, de la Universidad Autónoma de Madrid, en Cantoblanco (Madrid), y Chunling Gao y Zhang Fengjiao, del Museo de Historia Natural de Dalian en China estudiaron cientos de fósiles de Confuciusornis desenterrados de rocas depositadas en el fondo de antiguos lagos en lo que hoy es el noreste de China y encontraron una evidencia indiscutible de la diferencia de género: el hueso medular.

Según Chinsamy, "igual que las gallinas, los pájaros hembra modernos de Confuciusornis tienen este hueso especial depositado dentro de los huesos largos y luego lo usaron para hacer las cáscaras de los huevos ricos en calcio"- Encontrar tal tejido, presente durante un corto periodo de tiempo en hembras reproductivamente activas, en una muestra que no tenía plumas largas demuestra que estas aves sin plumaje ornamental son las hembras.

"Esto ahora nos permite evaluar las diferencias de género en el crecimiento y desarrollo de esta ave Mesozoica", resaltó Chinsamy, tras explicar que este hallazgo también pone de relieve una diferencia importante en cuando maduró sexualmente. "En términos humanos, saber el sexo de estos especímenes ilumina sobre cuando estos comienzan la pubertad", añadió Chiappe.

Con el descubrimiento, los científicos saben que las aves comenzaron la reproducción antes de que se desarrollaran por completo, un patrón que contrasta con lo que se sabe de aves vivas, que generalmente comienzan la reproducción después de que alcanzan el tamaño de todo el cuerpo. "De esta manera, las aves antiguas produjeron progenie como los dinosaurios, que también comenzaron a reproducirse antes de que estuvieran completamente desarrollados", afirma Chiappe.

Los especímenes, alojados en el Museo de Historia Natural de Dalian, en el noreste de China, fueron sacados excavando rocas formadas en el fondo de antiguos lagos en un entorno boscoso rodeado por los volcanes. Catástrofes antiguas, presumiblemente relacionadas con las erupciones volcánicas, mataron un gran número de aves y otros animales, cuyos cuerpos fueron enterrados en el lodo del lago que ayudó a minimizar el deterioro y la preservación de los órganos, esqueletos y plumaje. "Este descubrimiento es parte de la visión global de la comprensión de la evolución temprana de las aves y cómo viven las aves que se convirtieron en lo que hoy son", resumió el líder de la investigación.

"Nuestro hallazgo ofrece el primer caso de la identificación del sexo en un pájaro antiguo, un animal estrechamente relacionado con los dinosaurios, como el famoso Velociraptor", afirmó Chiappe. "Cuando la gente visita exposiciones de dinosaurios, a menudo quieren saber si los esqueletos son de machos o hembras. Aunque tenemos apodos como Thomas y Sue, sólo se ha determinado el sexo de unos pocos de todos los miles de esqueletos de dinosaurios y aves tempranas que hay en todo el mundo", sentenció.

Fuente

martes, 22 de enero de 2013

¿Por qué esa obsesión de los hombres por los senos?

Un neurocientífico ha dado con una explicación que dice "que tiene mucho sentido" de la obsesiva fijación de los hombres por los senos.


La atracción de los hombres por los pechos de las mujeres es indudable. Un último ejemplo lo tenemos en el éxito de una joven valenciana de 31 años, quien con el pseudónimo de Alicia Young publica fotos de su escote en su blog. Tanta es la fama que ha adquirido que incluso medios extranjeros se han hecho eco de su publicación.

Larry Young, un profesor de psiquiatría en la Universidad de Emory, cree haber hallado la razón. Su teoría se basa en el circuito neural que originalmente se desarrolló para fortalecer el vínculo entre madre e hijo durante la época de lactancia, y que también podría fortalecer el vinculo entre parejas, dando como resultado el amor por los pechos tanto de los hombres como de los bebés.

Durante la lactancia los pezones de una mujer se estimulan y se genera la oxitocina, un compuesto químico también conocido como "droga del amor". Esto hace que la madre enfoque toda su atención y afecto hacia su bebé, pero Young cree que este proceso no solo esta reservado para los niños sino que también para los hombres, según explican en el blog Life's Little Mysteries.

Su explicación es muy sencilla: cuando se estimula el pezón de una mujer no sólo aumenta la excitación sexual y la estimulación vaginal; este proceso hace que se desencadene la liberación de oxitocina en el cerebro de la mujer, al igual que pasa cuando un bebé se alimenta. En este contexto esta sustancia hace que la mujer centre toda su atención en su pareja lo cual fortalece el deseo de relacionarse con esta persona. En definitiva, los hombres pueden hacerse más deseables mediante la estimulación de los pechos de una mujer.

Esta atracción por los senos es un efecto del cerebro que se produce en los hombres heterosexuales cuando llegan a la pubertad. Esta evolución hace que los hombres se sientan atraídos por los pechos en un contexto sexual teniendo como resultado la activación del circuito de unión con la hembra, por lo que las mujeres se sienten más unidos con él.

¿Por qué con los mamíferos no ocurre si ellos también amamantan a sus crías? Este cambio evolutivo solo ocurre con los seres humanos ya que mantienen relaciones monógamas, mientras que el 97% de los mamíferos no. En segundo lugar se plantea que al ejercer relaciones sexuales en posición horizontal y estar cara a cara con la otra persona nos permite mayor acceso a los senos.

Otro dato que se plantea es el porqué en otras culturas las mujeres no llevan los senos cubiertos y los hombres no parecen encontrarlos excitantes. Young aclara que el hecho de que los senos no estén cubiertos no significa que masajearlos no sea estimulante y no forme parte del juego previo antes de las relaciones en estas culturas.

Fuente

Hallan un antiquísimo pariente de asiáticos y americanos actuales en una cueva de China

El análisis del ADN de los restos fósiles de una pierna de 40.000 años de antigüedad ayudará a comprender la expansión de los humanos modernos por Eurasia

El análisis del ADN de los restos fósiles de la pierna de un humano moderno temprano ha revelado el parentesco entre este y los asiáticos y los americanos actuales. Los restos tienen una antigüedad de 40.000 años y fueron encontrados en 2003 en una cueva cercana a Pekín. Según los investigadores, este parentesco genético no existe con los antepasados de los actuales europeos. Futuros análisis de los restos podrían explicar mejor cuándo y cómo los humanos modernos se expandieron por Europa y Asia.

n equipo internacional de investigadores, entre los que se encuentran Svante Pääbo y Qiaomei Fu, del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva de Leipzig, Alemania, ha secuenciado el ADN nuclear y mitocondrial extraído de la pierna de un humano moderno temprano cuyos restos fueron hallados en la cueva de Tianyuan, cerca de Pekín, China.

Los análisis de ADN de estos restos han demostrado que este ser humano de Tianyuan compartió un origen común con los antepasados de muchos de los asiáticos y nativos americanos actuales.

Además, los investigadores han descubierto que la proporción de ADN de neandertal y denisovano presentes en estos restos no es mayor que la de personas que viven en esta misma región actualmente, informa el Instituto Max Planck en un comunicado.

Comprender mejor la expansión del humano moderno

Humanos con un morfología similar a la de los hombres y mujeres del presente han aparecido en registros fósiles encontrados en Eurasia (término que designa a Europa y Asia unidas), datados entre hace 40.000 y 50.000 años.

Las relaciones genéticas entre estos primeros humanos modernos y las poblaciones humanas actuales, sin embargo, aún no se han establecido.

Qiaomei Fu, Matthias Meyer y sus colaboradores del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva de Leipzig, extrajeron ADN nuclear y mitocondrial del hueso de una pierna de 40.000 años de antigüedad, encontrados en 2003 en la mencionada cueva Tianyuan, situada en las afueras de Pekín.

Para su estudio, los científicos utilizaron nuevas técnicas que permiten identificar material genético antiguo procedente de hallazgos arqueológicos, aunque este esté contaminado por grandes cantidades de ADN de las bacterias del suelo.

Gracias a estas tecnologías, los investigadores lograron reconstruir el perfil genético del dueño de la pierna. "Este individuo vivió durante una transición evolutiva importante, en el momento en que los primeros humanos modernos -que comparten ciertas características con formas más antiguas, como los neandertales, estaban sustituyendo a los neandertales y a los denisovanos, que más tarde se extinguieron", explica el director del estudio, Svante Pääbo, del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva.

El perfil genético del humano moderno temprano ha revelado asimismo que este individuo se relacionó con los antepasados de muchos de los asiáticos y de los nativos americanos del presente, aunque ya se había separado genéticamente de los antepasados de los actuales europeos.

Además, el individuo de Tianyuan no portaba una mayor proporción de ADN neandertal o denisovano que las poblaciones actuales de esa misma región. "Futuros análisis de los primeros humanos modernos en Eurasia tratarán de mejorar nuestra comprensión sobre cuándo y cómo los humanos modernos se expandieron por Europa y Asia", concluye Pääbo.

Fuente